Con la llegada de las fiestas decembrinas, una de las tradiciones arraigadas para conmemorar la llegada del niño Jesús a este mundo, ha sido la colocación de nacimientos en el que se simula el momento en el que la virgen María y José, reciben al “niño Dios” en un pesebre; una costumbre de influencia europea que, de acuerdo a relatos históricos, fomentó en 1223 San Francisco de Asís.
En San Luis Potosí, uno de los artesanos que se dedica a la realización de poco más de 40 nacimientos al año, con figuras hechas a mano, es Rosalio Tristán Blanco, un potosino que trabaja como guardia de seguridad para llevar sustento a casa y durante sus ratos libres se dedica a elaborar de forma artesanal maquetas para Navidad.
Durante todo el año, trabaja en sus creaciones, sin embargo, este año la situación fue distinta, pues comenta a EL UNIVERSAL San Luis Potosí que pese a que él compra los materiales con mucho tiempo de anticipación, este año con la pandemia le ha sido difícil acceder a herramientas y materiales debido a que las tiendas están saturadas o tardan en la entrega de los mismos. La pandemia también le ha afectado en sus ventas, ya este año han bajado.
Rosalio Tristán, dice que lleva “toda la vida”, dedicado a la creación a mano de belenes para las épocas navideñas.
Tenía aproximadamente 12 años cuando, por iniciativa propia, creó su primera maqueta inspirada en una iglesia de Saltillo, Coahuila a la que le caía nieve, relata. Lugar en el que radicó por unos años este potosino.
Teniendo como base un dibujo, tomó lo plasmado en papel y comenzó la estructura tridimensional y artesanal de dicho templo.
“Difícil es lograr la perfección, pero lo que me comenta la gente que raya en eso, y a mí me da mucho gusto. Yo siento que pues, ya nací con esta inquietud de hacer esto, sobre todo porque me gusta la arquitectura antigua”, comentó.
Rosalio Tristán, no imaginó que años después, sus obras serían adquiridas por extranjeros que exhiben sus creaciones artesanales en países como Italia, Estados Unidos y Puerto Rico.
Explicó, que la primera maqueta que salió del territorio nacional fue un pedido de réplica de una torre que le mostraron en fotografía, la cual hasta el día en que la entregó le comentaron que se trataba de una edificación en Italia que en la actualidad no existe, y cuya obra que se la llevaron hasta aquél país.
“Posteriormente hice la Plaza de Aranzazú, pero la adapté como nacimiento, o sea en los arcos puse las figuras que el misterio como se les llama o peregrinos y les gustó mucho, pero mucho a una gente de Chicago y la mandé para allá. Y hace dos años una gente de Puerto Rico estuvo viendo los trabajos y también los he estado mandando para allá”, agregó.
Desde hace 25 años y sin tomar algún curso de arquitectura o paisajismo, pero con mucha paciencia y creatividad, ha perfeccionado su técnica para recrear la arquitectura palestina de la que se ha inspirado.
Al inicio, las elaboraciones que lo apasionaban, eran a base de cartón, pues dijo era muy pequeño para manipular ciertos materiales, mismo que con el tiempo ha logrado dominar como la madera hasta pasar a darles movimiento con motores o luces a los belenes.
Este maestro artesano, tarda poco más 20 días en cada nacimiento, debido a que con diversos materiales como: madera aglomerado de 19 milímetros, pasta de textura (realizada por el mismo con arena, yeso y cemento) y pinturas especiales, realiza la estructura de las maquetas, para después crear los personajes que irán dentro del mismo, los cuales da forma y pinta a mano, a veces con un poco de ayuda de sus nietos a los que les gustaría aprender el oficio de su abuelo.
Las ideas salen de su cabeza, sin embargo, confesó que se inspira de fotografías de casas antiguas para, con su toque, darles vida.
“Últimamente se han metido de lleno y me han empezado a ayudar por ejemplo Sebastián mi nietecito más pequeño, me ayudaba a pintar unas gallinas en miniatura, pero él lo pintaba cuando todavía no podía a hablar y me decía: abuelito, te ayudo a pintar las “Tallinas” y él decía “tallinas café” y Romina, pues las palomitas en miniatura y ya que los pinten como ellos quieran, y ya, yo corrijo”.
Para sus nietos como Paula, es de orgullo ver a su abuelo realizar trabajos que no dejan morir las tradiciones, ella al igual que su hermana y primos, han pensado en aprender y continuar con el arte de su abuelo.
“Sí me encariño con las cosas, pero también hay que tener ingresos de alguna manera. Es más, hasta sentía feo que se me vendieran, pero luego dije no, ahora sí es un dinero extra y fue lo que me hizo venderla. No estudie, es artesanal mi trabajo pues pero me gusta mucho” comentó.
Contó que fue su mamá, quien lo animó a vender sus piezas, ya que en el tejaban de su casa, tenía muchas estructuras y piezas de los nacimientos terminados, “yo le dije: no mamá, ¿quién se va a fijar en mis mugreritos?, así le dije yo, y me dijo: no, anímate a venderlas, están muy bonitas”.
Pero fue hasta un 20 de noviembre que durante la kermés de un colegio, que la directora le dejó instalarse en un puesto que estaba destinado para la venta de molletes pero que no se ocupó, que comenzaron a venderse “como pan caliente”. A partir de ahí decidió venderlas cada año.
Por lo que desde hace 20 años, cada domingo, vende sus nacimientos artesanales en el atrio del templo “Las Dos Aves Marías”, sin embargo no siempre fue así por el apego que tiene con sus creaciones.
Pero también las ha expuesto en iglesias como en un Museo ubicado en San Miguelito y en Palacio de Gobierno hace 2 años. Así como la exhibición actual, de un nacimiento con una estructura de 15 metros de largo, en el que se aprecia el pueblo entero y al centro el nacimiento de Jesús, que se muestra al público en general desde hace tres semanas y hasta el 7 de enero en la iglesia San Juan Bosco.