Tangamamis, un grupo secreto de Facebook en el que mujeres apoyan a mujeres, es el claro ejemplo de lo que la tribu femenina puede lograr, en dos años pasó de 30 a casi cinco mil integrantes con diversas motivaciones, aptitudes, pero también diferentes inquietudes e inseguridades.

Araillé Peralta, una de las fundadoras de Tangamamis, comentó a El Universal San Luis Potosí, que los planes de formación de un grupo de Facebook que tuviera como objetivo la participación ciudadana de las mujeres, surgió en un chat de WhatsApp integrado por 30 mujeres.

“No nos conocíamos entre sí, (Tangamamis surgió de) la necesidad de preguntar alguna recomendación, de sentir que estamos haciendo tribu, que nuestros hijos pudieran convivir y de no sentirnos solas (...) Como grupo pequeño decidimos apoyar a una casa hogar e hicimos una fiesta del día del niño”, detalló .

Los resultados animaron a las integrantes a ampliar los alcances del apoyo y la colaboración a la zona metropolitana de San Luis Potosí y en mayo del 2017, tras semanas de planeación dieron el “clic” a la opción de “crear grupo”.

“Decidimos llevar lo que estábamos experimentando con 30 personas, maximizarlo a la capital y tener como firme propósito apoyar a diversas instituciones y grupos vulnerables de la sociedad”.

Pero no sólo esto, el grupo también tiene como objetivo reintegrar a las mujeres a “sus sueños y sus metas”, romper las limitantes autoimpuestas ya sea por la elección de la maternidad, por el temor a sentirse sola, por la incertidumbre de emprender o por creer que se carece de conocimientos para intentar algo nuevo.

La idea del nombre no está relacionado con la ropa interior femenina, sino con el Valle del Tangamanga, que es donde radican quienes conforman el grupo y a pesar de integrar la palabra “mamis” como distintivo de la agrupación, no todas las integrantes son madres o quieren serlo, también hay mujeres solteras y con diversas concepciones del mundo.

Las causas altruistas

En casi dos años, Tangamamis ha apoyado a al menos 12 causas benéficas a través de la colaboración de sus integrantes, entre ellas se encuentran casas hogar; asilos de personas adultas mayores, casas de salud mental, la Casa del Migrante, mujeres privadas de la libertad, comunidades de escasos recursos, personas damnificadas por los terremotos del pasado 7 de septiembre, el albergue Otra Oportunidad, y más recientemente el Instituto para Ciegos y Débiles Visuales.

Con cada una de las causas, reconoce Araillé, ha habido algún aprendizaje, “te das cuenta que hay causas con las que algunas mujeres se sienten más identificadas que otras”, lo que considera positivo porque ese sentimiento de empatía las mueve a actuar y a apoyar a pesar de las ocupaciones cotidianas.

En su caso particular, reconoce que el apoyo a una casa de salud mental le dejó una impresión fuerte, “muchos están allí por las decisiones de otros; aunque tienen la mejor atención muchos de los chicos que están allí es a consecuencia de las acciones de sus padres o porque la última opción que tiene es llevarlos allí”, lamenta.

Mujeres empoderando mujeres.

Además de las causas sociales, Tangamamis cuenta con secciones de actividad física y digital, algunas de estas secciones van encaminadas a rubros como salud, emprendimiento, coaching de vida, deporte; las secciones físicas son denominadas truequechon y brazos abiertos, en la primera, la dinámica consiste en intercambiar artículos, productos o servicios; el segundo permite que aquellas cosas que ya no sean útiles para alguien, tengan nueva utilidad con otra persona.

Ambas secciones usan como excusa el encuentro entre ambas participantes para formar nuevas amistades o simplemente conocer a otras tangamamis.

La importancia de las reglas 

Para que un grupo de casi cinco mil integrantes funcione, Araillé señala que es importante que haya reglas y que quienes conforman el grupo estén dispuestas a seguirlas.

Una de esas reglas es no rebasar a las cinco mil miembros.

“Tenemos un límite de participantes, de cinco mil, ya hemos llegado a cinco mil y cuando eso ocurre hacemos una limpia de quienes no participan, ni en causas ni de forma activa”.

El grupo sólo tiene dos administradoras, por lo que se requiere la corresponsabilidad de quienes encabezan las secciones, para mantener el orden dentro de las mismas, apoya también que cada tangamami conozca el reglamento.

Otra regla fundamental es mantener el respeto entre las propias integrantes a sus creencias, a su estilo de vida y a las decisiones.

“Siempre se ha buscado tratar de dejar huella en lo familiar, en lo individual y a nivel de ciudadanía, las reglas que ponemos en el grupo nos han enseñado que como mexicanos nos cuestan seguir las reglas; cuando (las integrantes) están dispuestas a seguir las reglas y está dispuesta a cumplirlo, a respetarlo a que las demás lo hagan sabes que es una mujer que va a respetar las luces del semáforo, va a estacionarse en los lugares donde debe, va a usar sus intermitentes, cosas que van generando cierto cambio, te das cuenta de esto”.

El grupo actualmente no admite la entrada de hombres, sin embargo, recibe apoyo de manera indirecta por parte de las parejas de las integrantes y no es que no se haya intentado, relata Araillé, uno de los esposos de una tangamami quiso concretar la propuesta, pero ante la falta de planeación el grupo de tangapapis, solo duró dos días.

La tribu

“Yo creo que en cada calle de la ciudadanía debería haber un grupo de este tipo (...) como apoyo para las vecinas”, consideró una de las fundadoras y administradoras del grupo, pues son necesarios redes de apoyo entre mujeres, “ayuda a no sentirse solas (...) Hemos escuchado testimonios, una de las fundadoras decía, yo antes de tangamamis no salía, podía estar cuatro o cinco días en mi casa encerrada sin asomar la nariz, o sea no era infeliz pero estaba todo el tiempo encerrada; y ahora dice, la vida social no me alcanza para nada”.

Pero tangamamis ha logrado más que formar tribu, establecer convenios con instituciones para la educación continua de sus participantes.

“No creíamos llegar a cursos de capacitación (...) pero es parte del empoderamiento”.

Además su actividad como grupo y los reconocimientos recibidos le han abierto puertas como el de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo a través de la cual por segundo año, hace unos meses, llevaron a cabo el bazar Tangamamis.

Tangamamis ha representado un cambio en la dinámica personal, profesional y familiar de Araillé, quien es potosina por adopción, no obstante, considera positivos estos cambios y aunque no espera ser administradora del grupo a largo plazo, confía en que el espacio mantenga el espíritu original, pues ya ha dado visos de alcanzar a nuevas generaciones a través de mujeres que piden que sus nietas, mayores de edad, sean integradas a este espacio.

maria.medrano@clabsa.com.mx

apl

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