Culiacán.— En el albergue Santa Rosa 83 ancianos han sido olvidados por sus familias. Con necesidades de todo tipo de apoyo, reconocimiento y, sobre todo, amor, las personas de la tercera edad pasan aquí los que probablemente serán sus últimos días de vida.

Ubicado en el municipio de Ahome, el refugio da cobijo a 21 mujeres y 62 hombres. Aunque el panorama les pinta gris a los miembros de esta familia, el proyecto “Haz feliz a un abuelito” pretende devolverles la sonrisa.
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Con este programa se busca no sólo recaudar donativos en especie, sino vincular a los adultos mayores con otras personas, sobre todo jóvenes.

La difusión del proyecto se ha realizado a través de redes sociales y en publicaciones en medios locales, desde donde se ha extendido la invitación a hacer feliz a alguien de la tercera edad.

Ahora, con motivo del festejo del Día del Abuelo, que se celebrará el 28 de agosto, se promueve entre los ancianitos que cada uno de ellos plasme por escrito qué regalos les gustaría recibir, lo que les daría una sonrisa.

El paso siguiente es compartir en redes sociales una fotografía de la persona y su “deseo”, en espera de que aparezca alguien que desee compartir con ellos.

Por ejemplo, para Eduardo “C”, quien nació en 1935 en el norte de Sinaloa, su deseo es que le regalen un sombrero del número 53. En tanto, Daniel “N”, quien vio la luz el 12 de diciembre de 1933, pide también un sombrero, pero en talla 6¾, y una radio para escuchar música.
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Las residentes de mayor edad en el albergue son Angelina “N” y Josefina “N”, ambas, según recuerdan, nacieron el mismo año: en 1930.

Entre los varones, el mayor es José “N”, quien nació el 31 de septiembre de 1931. Desde hace más de una década este hombre vive en el albergue, no tiene claro dónde quedó su familia.

Al igual que José, el resto de los ancianos que han sido rescatados de las calles y desde hace varios años reciben atención en Santa Rosa, perdieron todo vínculo con sus familiares. Ahora se busca vincularlos con personas que puedan apoyarlas.

El rescate. Entre otras cosas, los ancianos de este albergue reciben clases de manualidades y pláticas sobre diversos temas. También participan en encuentros con visitantes o en bailes que se organizan con algunos grupos de colectivos de jóvenes.
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Jesús Mauro Morales Velázquez, coordinador del asilo, es un médico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) quien desde su jubilación, hace 21 años, se hizo cargo del albergue.

“Yo tenía 59 años, ya han pasado 21 años, por lo que me alisto para ceder el cargo a otra persona con mayor dinamismo”, dice.

Este lugar es atendido por cocineras, personal de limpieza, médicos y auxiliares, cuyos salarios son cubiertos por el gobierno del estado a través del Sistema DIF.

Morales Velázquez explica que con auxilio de la Policía Municipal se ubica en las calles a adultos mayores de 70 años, cuyas familias los abandonan y éstos desconocen su paradero. Una vez que son rescatados reciben toda clase de atenciones y asistencia médica.

Explica que en los casos donde se logra ubicar e identificar a los familiares de estos ancianos, primero se tiene un acercamiento con ellos, para después convencerlos de que su deber es cuidarlos.

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