La pandemia trajo una ola de distopías, ansiedad y pánico, pero Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974), nos acercó a un terror distinto cuatro años antes con Cadáver exquisito, obra que la hizo acreedora del Premio Clarín de Novela 2017 y en la que ahonda en las profundidades de la perversidad y condición humanas. ¿Puede el hombre sobrevivir a una catástrofe mundial que ha afectado a los animales? ¿A qué recurrir si no hay carne? Bazterrica lo plantea de una manera sutil, pero a la vez descarnada: a través del canibalismo legitimado.
Qué buena pregunta. [Ríe] Yo creo que es porque me interpreta. Mi literatura está atravesada por la violencia, la muerte, la condición humana, más que por el mal específico. Yo no creo que exista el mal puro y te voy a citar El evangelio según Jesucristo de José Saramago [Toma el libro]. Hay una frase que resumiría mucho lo que quiero decir: “El bien y el mal no existen en sí mismos y cada uno de ellos es solo la ausencia del otro”. Creo que todos los humanos estamos atravesados por luces y sombras, pero, sin duda, una de las cuestiones que habla mi novela es de esta matriz en la cual estamos insertos, de la cual somos hijas e hijos, que es el capitalismo y el patriarcado, este capitalismo que nos inculca y nos enseña desde que nacemos a naturalizar la crueldad. Hubo un caso, hace algunos años, de una chica que vivía en Paraguay y que su tía vivía acá en Argentina, ella le dijo que viniera a trabajar. La propia tía la tuvo en cautiverio y a la chica la violaban todos los días. Ella les decía a todos los hombres que su tía la tenía encerrada, encarcelada, en cautiverio, y después de mucho tiempo un hombre la ayudó. Entonces, creo que hablo un poco de esas injusticias, trato de trabajar con eso mi literatura en general.
Sí, yo creo que sí. Tanto las distopías como las utopías son las dos caras de una moneda. Estás en una matriz, en un universo que claramente quieres mejorar. Construyendo una utopía, por mencionarte una del siglo XXI, Las aventuras de la China Iron, es una obra que trasciende al patriarcado. La distopía hace lo mismo: no estoy de acuerdo en cómo está conformado el mundo, o me parece que hay muchas injusticias, entonces las voy a llevar al extremo y quizá con una suerte terminemos de esta manera. Entonces, en mi caso fue trabajar con lo que percibo que es cómo nos fagocitamos los unos a los otros de manera simbólica. El canibalismo existe de modo simbólico dentro del capitalismo. Y bueno, la novela surge de Gonzalo Bazterrica, mi hermano, que es chef. Él trabaja con comida orgánica y cuando iba a comer a su restaurante, hablamos de lo que es la alimentación consciente. En un resumen es lo que vos le das a tu cuerpo de comer, que comer no es lo mismo que alimentarse, y esto te afecta a nivel celular. Si te empezás alimentar bien y a leer lo que te comés y a estudiar sobre la alimentación, te cambia hasta la energía. Entonces, a raíz de todas esas conversaciones, yo empecé a hacer cambios en mi alimentación y uno de ellos fue dejar de comer carne, y cuando lo hice, se me abrió un mundo nuevo. La gente reaccionaba muy mal cuando yo les decía que era vegetariana. Me ha pasado que tengo que ir a un asado y debo llevar mi comida vegetariana, y que la gente que coma carne se coma lo que me toca a mí. Empecé a pensar que podría existir un mundo paralelo o un futuro en el cual nos comiéramos de manera literal, pero legitimado. En definitiva, somos carne y somos animales. La carne tiene que ver con una cuestión de tradición. De ahí vino la idea.
Es una alegoría del consumismo en general. Te puedes hacer una lectura feminista de la novela, dado que por algo yo elegí que le regalaran a este hombre una hembra y no un macho. En realidad, estoy hablando de la sociedad en general, esa hembra, Jazmín, está representando a todas las mujeres silenciadas del mundo. Hay mujeres que en algunos países no pueden estudiar, que las apedrean, las silencian, las matan. Ella está representando a todas esas mujeres.
Qué buena pregunta. ¡Me haces preguntas que nadie me hizo! [Risas] Probablemente, sí. Sí, porque yo estoy poniendo el foco en uno de los grandes paradigmas que estamos tratando de trascender que es el patriarcado. Hay todavía mucha sensibilidad con ello.
Bueno, sí. Avanzamos un montón. Salió la ley del aborto, la ley de la interrupción voluntaria del embarazo, que fue un gran paso. Hay gente que no está de acuerdo, pero yo considero que esta ley evita tener a tantas mujeres vulnerables y evita querer disciplinar el cuerpo de las mujeres. Entonces, hay un avance en ese sentido, sin embargo, acá en Argentina mueren mujeres cada cuarenta y ocho horas por violencia de género, por femicidios. En esos paradigmas los cambios son muy lentos, avanzas en un sentido y retrocedes en otro.
Porque ¿cómo lidias con el vacío de la pérdida de un hijo? En nuestro lenguaje no tenés la palabra para nombrarlo. Tenés la palabra para nombrar la pérdida de una pareja, viudo o viuda, pero ¿cómo nombrás la pérdida de un hijo? Hay gente que no puede lidiar con eso, que vive con la herida toda la vida, y que no tiene de otra que tapar la herida con un reemplazo.
Es que la vida de Jazmín, ese Idilio, no hubiese durado mucho más porque por algo yo introduje a ese agente, ese inspector que va a la casa de Marcos para chequear a la hembra y lo hace como una primera advertencia de que Marcos no puede hacer lo que quiere; tiene que seguir las reglas y él las está rompiendo. La primera vez pudo salirse con la suya, pudo zafarse, pero ya una segunda vez no es posible. Entonces, pensando en esto, si Jazmín no se hubiese quedado embarazada, quizá la hubiese tenido algunos años más con él, pero no hay manera en ese universo, en esa distopía, de tener una relación de pares con una hembra, porque no tiene cuerdas vocales, tiene una marca en la frente, no hay manera… sin duda, es un universo triste.
Lo primero que tengo para decirte es que estoy sumamente agradecida por todo lo que está pasando con este libro porque podría haber sido un libro que generara únicamente rechazo, que la gente solamente se conectara con esta impresión que da leerlo. El libro se tradujo a dieciséis idiomas, acá en Argentina estamos por la sexta edición y se publicó en distintos países de Latinoamérica. Para ser una novela de una autora desconocida es muy fuerte y es algo que no suele pasar con muchos libros. De hecho, se va a hacer la serie con una productora mexicana, así que, nada, muy agradecida. Si hay gente que realmente le afectó el libro, para mí también eso es un piropo porque significa que le tocó alguna fibra, y lo peor que le puede pasar a un libro es que nadie lo lea y lo comente.
Bueno, estoy escribiendo una novela, pero inicié algunas otras al mismo tiempo. Repaso mucho las ideas, que fue lo que sucedió con Cadáver exquisito: luego de seis meses de pensar en la idea, me senté y escribí la primera línea. Me tardo porque estoy escribiendo y corrigiendo al mismo tiempo, voy hilando y creando la trama puntada por puntada, palabra por palabra. Entonces, tardo. Así que no sé, pero la estoy escribiendo todos los días.