En el corazón del Barrio de San Juan de Guadalupe en la capital potosina, un cartel color verde oferta carbón en la casa marcada con el número 590 en la calle Juan Zarco, al interior de la casa se esconden cinco décadas de la tradicional venta de carbón, ocote y leña que ha realizado don Antonio Carreón León, uno de los pocos “carboneros” que aún quedan en San Luis Potosí.
Antonio Carreón León, tiene 92 años, pese a que ya no escucha bien, sigue fuerte y activo en este casi extinto oficio en el país. Sus ojos aún brillantes acompañan la historia que marcó su vida, la de su esposa y la de sus seis hijos aún con vida y uno ya fallecido, a quienes sacó adelante y les dio estudios, según dijo, gracias a la venta del carbón.
Su voz sigue siendo fuerte al igual que sus ganas por seguir al frente del negocio que inició luego de darse cuenta que en anteriores trabajos "no la hacía", por lo que luego de aprender a agarrar la pala y la enseñanza del señor Máximo, quien tenía su local en el Mercado la Merced, junto a su esposa fue construyendo poco a poco su oficio.
Al inicio comenzaron realizando el proceso artesanal del carbón producido a partir de pedazos de leña, mismos que ambos cortaban y trabajaban, sin embargo, tiempo después comenzaron a recibir carbón de introductores, quienes dijo “eran muy canijos” pues elevaban los precios del producto y en algunas ocasiones no le surtían lo requerido.
Don Antonio recordó que en su juventud, con ayuda de su esposa lograban llenar en dos horas hasta 40 paquetes de carbón, los cuales se vendían diariamente, pues en aquel tiempo la gente usaba con mayor frecuencia el carbón para realizar actividades diarias como preparar los alimentos.
“Sí es pesado, yo y mi mujer hacíamos bolsas de cinco kilos, tres kilos, con la pala; pero entonces se vendía, pero harto. Yo lo que quería era que mi familia no muriera de hambre”, agregó.
Pese a que dijo que la venta era buena, su familia por mucho tiempo comió diariamente frijoles, lo que lo llevó a que, al mismo tiempo de vender carbón, ofreciera ropa de paca y de segunda mano, aunque su corazón 53 años después sigue perteneciendo a la venta del carbón, pues dijo que es una forma de mantenerse sano, ya que este trabajo también le permite comprar medicinas que requiere y que rebasan los 300 y 600 pesos al mes.
"Me dice mi hija y su esposo, ya no trabaje y le digo no me hallo, no me hallo. Ahí me la llevo de poquito a poquito”.
De algunos años para acá, según Don Antonio, así como los carboneros han comenzado a escasear en la capital potosina, también las ganancias han ido decayendo, pues actualmente le gana entre los 19 a los 23 pesos a cada bolsa de cinco kilos, que vende a 65 pesos, un precio bajo ofrecido para que le compren y pueda mantenerse activo durante los 365 días del año, desde su casa.
No obstante, durante las fiestas decembrinas, gracias a la ayuda de uno de sus familiares, para Don Antonio ocurrió un milagro de Navidad, pues luego de que su nieto Óscar publicara el pasado 18 de diciembre en redes sociales las bajas ventas que estaba registrando, vecinos de la colonia San Juan de Guadalupe comenzaron a buscarlo para la compra de carbón, debido a que le da otro toque a la comida. Fue así como las toneladas de carbón que almacenaba en un patio techado en su casa comenzaron a salir en costales.
Con ilusión y alegría por el orgullo que le representa seguir activo en la actividad con la que logró sacar adelante a su familia, agradeció a las personas que acuden a su domicilio para comprar bolsas de carbón, aunque también aprovechó para invitar a quienes requieren de carbón para sus reuniones y acudan con él para un mejor precio.