Cada fin de septiembre, familias y comparsas en la Huasteca hacen visible un gesto que resume siglos de tradición: sacar del tapanco las máscaras que durante meses permanecieron envueltas en costales, revisarlas, purificarlas y volver a ponerlas en uso.

A ese conjunto de actos se le conoce como la bajada de máscaras, el primer acto ritual que abre el , la celebración huasteca del recuerdo de los difuntos.

La jornada se desarrolla el 29 de septiembre, día dedicado a San Miguel Arcángel en el calendario católico y se combina con la instalación de la primera ofrenda en los hogares y espacios comunitarios.

Foto: Xermen Jonguitud
Foto: Xermen Jonguitud

Lee:

Sobre el altar colocan tamales, pan, chocolate, frutas, agua y flores elementos básicos para la recepción simbólica de las almas y se realiza la limpieza física y espiritual de las máscaras, utilizando sahumerios con copal, rezos y una preparación que incluye también la revisión del vestuario y los instrumentos de los danzantes.

Tradicionalmente, las máscaras se guardaban durante todo el año en costales dentro del tapanco, para protegerlas del polvo y del descuido.

Cuando llega la fecha señalada se les concede nuevo uso mediante una serie de cuidados que combinan lo práctico que es reparaciones, pintado, costura con lo simbólico de la bendición, perfume con incienso, ofrenda.

Foto: Jazmín Ramírez García
Foto: Jazmín Ramírez García

Al completarse este rito, las comparsas reciben la bendición para salir a bailar en calles, plazas y altares que se sucederán hasta los primeros días de noviembre.

La bajada de máscaras no sólo es un acto de puesta en marcha, es la primera llamada pública del Xantolo, un entramado de altares, procesiones y danzas que mezcla rasgos prehispánicos y prácticas católicas. En esos días la comunidad conserva un tono festivo pero reverente ya que la música, el baile y el color conviven con la intención de honrar la memoria de los antepasados.

Te interesa:

TEMAS RELACIONADOS

Google News

[Publicidad]