Ubicado al poniente de la capital potosina, entre la avenida Avanzada y muy cerca del cuadro principal del Centro Histórico, el barrio del Montecillo no es solo uno de los más antiguos de San Luis Potosí, sino también el más representativo de su origen minero, fue construido en el año de 1730 y destaca por su vida popular y su vocación comunitaria.
Ahí, entre fachadas de cantera y viviendas de teja roja, aún se respira el alma de una ciudad que nació entre cerros, templos y trabajo duro.
Aunque hoy muchos lo recorren por su cercanía con el Museo del Ferrocarril o por las rutas de camiones que lo atraviesan, pocos recuerdan que fue precisamente en esa zona donde, según los historiadores, surgió el primer asentamiento tras el hallazgo de vetas de plata en el siglo XVI.
Lee también: Cerro de la Pez, qué hacer en esta histórica laguna de Ébano, San Luis Potosí
El nombre “Montecillo” viene de las pequeñas elevaciones que lo caracterizan. En sus lomas alguna vez se asentaron indígenas guachichiles. Con el paso de los años el barrio fue creciendo como una zona de obreros y comerciantes, lo que le dio un carácter profundamente popular.
A lo largo del tiempo, el Barrio del Montecillo ha sabido resistir las transformaciones urbanas.
Aunque hoy cuenta con farmacias, bancos, tiendas, escuelas conserva su identidad. El Templo de Nuestra Señora del Montecillo, con su arquitectura sobria y sus campanas que aún repican los domingos, es testimonio vivo de su historia.
Vecinos como Rosa María, nacida en el barrio hace más de 70 años, aseguran que el Barrio del Montecillo es “como un pueblo dentro de la ciudad”. “Aquí nos conocemos todos, todavía nos saludamos al pasar. Es un barrio con historia, pero también con corazón”, explicó.
Hoy, mientras la ciudad crece y nuevos desarrollos rodean la zona, El Montecillo se mantiene como un punto de equilibrio entre pasado y presente. Caminar por sus calles es recorrer la historia de San Luis Potosí desde la raíz. Una raíz viva, firme, que se niega a ser olvidada.