Con calles desiertas la mayoría del los días y gran movimiento turístico durante sus fines de semana, el Antiguo Real de Minas o Cerro de San Pedro aún es el rastro de túneles y calles en pendiente empedrada que guardan la memoria de un tiempo de bonanza minera.
Este municipio está ubicado al oriente de la capital potosina, para acceder a él se debe pasar entre terrosas lomas salpicadas de cactus y biznagas, se sabe la llegada cuando se descubren las ruinas de lo que fuera una próspera ciudad rebosante en oro y plata.
Aún son pocas, pero algunas fincas conservan en su edificación piedra extraída de las entrañas de las minas, muchos de esos restos al día de hoy se mimetizan con el paisaje.
Sus calles y rincones albergan recuerdos de otra época, por donde muchos mineros por años trasladaron oro y otros minerales, pero la mayoría de sus ruinas están habitadas por biznagas y cactus que crecen al cuidado del sol y viento.
Los documentos y el archivos histórico del lugar permanecen resguardadas en el Museo El Templete.
Actualmente este municipio ha desarrollado un activo movimiento turístico, en su mayoría de gastronomía, senderismo y se puede llegar y explorar el área en bicicleta de montaña, el trayecto regala impresionantes paisajes áridos
La iglesia que se encuentra en el corazón de la localidad, su templete parroquial está dedicado a San Pedro Apóstol y la iglesia al santo patrono de los mineros San Nicolás Tolentino.
También existe un museo de rocas y minerales que exhibe algunos vestigios del trabajo que se realizó con los minerales extraídos de las explotación en las minas.
En el mes de marzo, ofrecen un Festival donde hay actividades culturales y muestra gastronómica en la que destaca la barbacoa, carnitas, chicharrón, también se puede disfrutar un postre llamado melcocha o una miel de tuna, así como un aguamiel o un mezcal del lugar.
De las familias fundadoras ya no queda nadie, al menos eso cuentan sus habitantes. Actualmente los que residen en el lugar, la mayoría adquirieron la propiedad para establecer un negocio que se activa durante los fines de semana, por lo que durante el resto de los días el silencio y una ululante ventisca suele ser el recurrente compañero en el recorrido de este pueblo fantasma.
Se pueden encontrar algunas fondas o restaurantes abiertos por la mañana durante semana, así como un taller de artesanías en donde se pueden comprar algunas fotografías del pueblo o pequeños objetos elaborados de piedras o minerales.
Este pueblo ‘abandonado’ es importante para la historia e identidad del estado, pues fue el descubrimiento y explotación de sus minas lo que dio origen a la capital del estado, incluso el enclavado entre áridos cerros es motivo del escudo estatal.
El Cerro de San Pedro fue una tierra minera prolífica en 1950, ahora sólo quedan los vestigios de aquel pueblo que fue pieza clave para el desarrollo y fundación de la capital potosina.
De sus orígenes se sabe que incluso mucho antes a su fundación del 4 de marzo de 1592 y la confirmación de la presencia de minerales en la zona, el lugar originalmente fue habitada por indígenas guachichiles, cazadores recolectores que ocupaban El Altiplano, después fue descubierta por el Capitán Miguel Caldera, quien en ese entonces fue el encargado de pacificar la zona y ordenar una expedición donde se descubrió el oro y plata.
Bajo las condiciones de dominación de un pueblo indígena y poder recorrer los llamados caminos de la plata, marcaría el inicio de la colonización de estas tierras por españoles y la consecuente explotación minera.
La abundancia llegó y atrajo a muchas familias, hubo un crecimiento urbano y económico fuerte en la agricultura, ganadería, comercio y otros servicios. El Cerro de San Pedro fue considerado la tercera ciudad del virreinato más rica e importante en el año 1621.
Sin embargo, ese mismo desarrollo minero provocó su ruina cuando dejó de extraerse oro, plata y otros minerales.
La bonanza y riqueza termino para finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Antiguas minas como el Barreno y otras terminaron sin actividad para el año de 1948 durante una época post revolucionaria.
Ahora en sus rincones sólo quedan visibles algunas fincas en ruina donde crecen biznagas y se pueden encontrar algunas plantas medicinales como la árnica o la ruda.
El templo parroquial estuvo a punto de caerse en 1765 por una perforación por debajo de un túnel minero
La fachada de la parroquia presenta característicos nichos potosinos, pero actualmente algunas partes se adornaron o remplazaron con trabajos de cantera y el estilo barroco se sustituyó a uno neoclásico.
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