Cada 16 de septiembre, México no sólo enciende fuegos artificiales y entona himnos; también se viste de charro. La charrería, más que espectáculo ecuestre, es uno de los símbolos más arraigados de la identidad mexicana durante las Fiestas Patrias.
Con sus orígenes derivados de las faenas ganaderas de la época colonial, en particular en haciendas de Hidalgo, Jalisco, Puebla y el Estado de México, la charrería evolucionó de labores cotidianas de vaqueros al conjunto de suertes y destrezas ecuestres que se conocen hoy en día.
Fue declarada Deporte Nacional por excelencia desde que fue registrada en la Comisión Nacional del Deporte.
Además, en 2016 la charrería fue inscrita por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad como “la charrería, tradición ecuestre en México".
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Hoy, al conmemorar ese grito que dio inicio a la Independencia hace más de dos siglos, la charrería reafirma que México no sólo se recuerda, sino que se vive ya que recuerda a la gente quiénes son, de dónde vienen y por qué la patria late con tanto brío.