Los mercados municipales, así como las calles del Centro Histórico de San Luis Potosí suelen ser la última trinchera de los músicos independientes para preservar la tradición familiar o porque es su opción ante el desempleo.
Daniel González y Felipe Muñoz, originarios de Santa María de Río, San Luis Potosí, y Pinos, Zacatecas, respectivamente, son un dueto de cuerda que ambientan pasillos, áreas de comida y tianguis en los diferentes puntos de comercio de la capital potosina.
Recorren, junto con su instrumento, los mercados República, Hidalgo, la Merced, la calle José Manuel Othón en la lateral de la catedral y algunos otros establecimientos de comida que encuentran a su paso.
Sus melodías las ofrecen de manera espontánea y gratuitamente al público ocasional que encuentren en el momento y apelan a su generosidad para obtener una moneda.
Don Daniel y Felipe cuentan que han sido músicos siempre, pero hace 10 años que se conocieron, decidieron juntarse para ejercer el oficio juntos; sin embargo, poco a poco han ido desistiendo amigos, compañeros y otros músicos que promueven la música ranchera o los corridos regionales; ellos son de los pocos que aún la preservan.
Juntos o en solitario pueden ofrecer un repertorio ranchero, de júbilo o fúnebre, los músicos refieren que los días con mayor suerte se les contrata para tocar en una sepultura o una fiesta.
Piden muy poco una cooperación “que no afecte su economía” y, aunque sea una constante la negativa de su publico, no detienen su andar para hacer sonar sus viejas guitarras.
La música callejera o ambulante es muy diversa, la actividad artística, cultural y económica suele ser heredada en la familia y se puede encontrar en zonas peatonales, turísticas e incluso en el transporte público de la ciudad.