De limosnero a leyenda: la historia de Juan del Jarro en San Luis Potosí

En el Jardín de San Francisco, en el Centro Histórico de San Luis Potosí, entre bancas, jardines y el ir y venir de la gente, se alza la estatua de un personaje que, aunque humilde en vida, alcanzó la inmortalidad en la memoria colectiva: Juan del Jarro, el limosnero más querido y célebre de la ciudad.

Las historias urbanas cuentan que eran un hombre muy humilde y de bajos recursos que empezó a pedir limosna en las calles de la capital potosina, pero lo más interesante es que lo que lograba recolectar no lo usaba para su beneficio, más bien se lo daba a la gente que igual que él no tenía recursos.

Así con esta práctica Juan del Jarro se hizo popular y querido entre la gente a la que le repartía el dinero, pero también entre los que le daban la limosna.

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La escultura, realizada en bronce, rinde homenaje a Juan de Dios Azios Ramírez su nombre real, que además se ganó el cariño de los potosinos no solo por pedir limosna en las calles con su inseparable jarro de barro, sino también por el ingenio, la picardía y la alegría con la que se dirigía a quienes lo ayudaban o lo despreciaban.

Foto: Jazmín Ramírez EL UNIVERSAL

Se dice que soltaba piropos, versos y dichos a la gente y esto hacía que les llamara la atención y volvieran a verlo.

Existe otra leyenda que dice que Juan del Jarrro también era un hombre místico que hacia profecías y la gente lo buscaba para que les dijera qué futuro tendrían.

El monumento fue colocado en el Jardín de San Francisco como un recordatorio de que la historia de San Luis Potosí no sólo se escribe con héroes de guerra o políticos, sino también con personajes de la calle que dejaron huella en la cultura popular.

Foto: Jazmín Ramírez EL UNIVERSAL

Hoy, la estatua de Juan del Jarro no es solo un punto de encuentro ni un atractivo turístico: es un homenaje a la memoria de un hombre que supo convertir la pobreza en una lección de humor, ingenio y resiliencia.

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