En la alameda Juan Sarabia de la capital de San Luis Potosí, bajo la sombra del edificio que antaño recibió humos, relámpagos de luz sobre rieles y el trajín de miles de pasajeros, se encuentra hoy el Museo del Ferrocarril "Jesús García Corona".
Ahí, en el corazón de la ciudad, San Luis Potosí guarda la memoria de un medio que marcó el ritmo del progreso y el pulso de un siglo.
La llegada del ferrocarril a la capital potosina se dio el 24 de agosto de 1888, cuando una locomotora de la entonces Ferrocarriles Nacionales Mexicanos entró en la ciudad procedente de Saltillo. Desde entonces, el carril de fierro no sólo fue vía de carga y pasajeros: fue vía de transformación social, urbana y económica para la entidad.
El edificio que hoy ocupa el museo comenzó como estación en 1937, bajo la propuesta del arquitecto Manuel Ortiz Monasterio y modificaciones del también arquitecto Luis Ávila.
Durante décadas fue escenario de trenes que partían rumbo al norte, al golfo, al corazón del país, escenario de despedidas, esperas, encuentros y mercancías que cambiaron el rumbo de comunidades completas.
Pero el tiempo cambió la historia. Para 1994 la estación dejó de operar como terminal de pasajeros y en 2009, el 12 de agosto, se inauguró el museo que hoy permite a las generaciones conectarse con aquella era de silbidos, humo y rieles.
Caminar por sus andenes es recorrer los fragmentos de un pasado que aún huele a aceite de máquina y carbón. En las salas exponen trenes, vagones, maquetas, talleres de ferromodelismo y murales que retratan la era del vapor y el diésel.
Más allá de su valor arquitectónico catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como conjunto arquitectónico el museo representa la memoria viva de los obreros, telegrafistas, fogoneros y pasajeros que habitaron aquel universo ferroviario.
Hoy, cuando el tren de pasajeros ha quedado en gran medida en pausa y el transporte se ha diversificado, este museo revive el pasado no para encerrarlo, sino para recordarlo. Una locomotora recién restaurada, el silbato que aún retumba en el sueño de los aficionados, un vagón que traslada recuerdos. San Luis Potosí mantiene viva esa nostalgia.
Y mientras el país piensa en reactivar rutas de tren de pasajeros o explorar trenes turísticos, el museo invita a mirar hacia atrás sin perder de vista el futuro: rieles que ya no sólo cargaron heno o metales, sino también historias de familias, de migraciones, de progreso.