Aura García- Junco (México, 1988) dialoga con EL UNIVERSAL acerca del amor romántico, la estructura clásica del matrimonio, el amor libre y el feminismo luego de publicar un ensayo que cuestiona las relaciones monógamas. En el narra sus experiencias y formas de ver y comprender el amor, además de hacer una crítica a la sexualidad, la pornografía, el capitalismo y otros temas que impactaron notablemente su vida y la manera en que incursionó en el feminismo.

Yo no te voy a preguntar por qué escribiste este libro. Creo que la pregunta que realmente importa es ¿para qué? 

Creo que esa pregunta puede tener dos respuestas. La primera, por necesidad; yo realmente sentía que necesitaba investigar el tema y entenderlo un poco más. Por una necesidad casi vital. No quería seguir relacionándome cómo lo hacía sin entender qué estaba pasando. Entonces, es un libro que nace de una necesidad. Posteriormente, cuando ya llevaba una buena parte escrita, creí que podría ser útil para otras personas. Ahí se volvió una apuesta más política. Me pareció que era útil por todas partes.

Hemos crecido con ideas como “el amor todo lo puede”, “el amor lo salva todo” e, incluso, “si amamos tenemos que tolerar el dolor” que tanto daño nos han hecho, ¿cómo fue tu proceso de desapego a estas creencias?

Fue un proceso de vida. Primero, más intuitivo, pero siempre pensando en que había cosas que no sabía por qué me hacían tanto daño. Y, definitivamente, fue un proceso cuyo principal pivote fue el feminismo. Hace unos cuantos años que el feminismo entró en mi vida y me obligó a pensar cosas que no se me habían ocurrido pensar, como la que acabas de nombrar. ¿Por qué debería centrar en mi vida un deseo que estoy claramente viendo que me hace daño? ¿Una forma de entender mis relaciones que me está dejando pasar muchas violencias? Un poco con los golpes de la vida, aunado a un análisis feminista que se fue expandiendo en muchas direcciones. Con el paso del tiempo, me di cuenta de que algo tenía que cambiar. Fue realmente un proceso de maduración. Yo creo que hace cinco años no hubiera podido escribir este libro. Sin duda, fue un quiebre en mi vida personal que me obligó a repensar cuál era mi relación con algunos ideales y fantasías que tenía. Fue una mezcla entre los golpes de la vida y la teoría.

Las relaciones longevas son los que son, no porque el amor lo haya salvado todo, sino porque, quizá, una mujer se sometió y aceptó esta idea del amor… ¿Hacia dónde crees que estén encaminadas las relaciones que rechacen la estructura clásica del matrimonio?

Primero, no sé si estoy del todo de acuerdo en que si hubo una mujer que se sometió, creo que era una estructura completa. Sin duda, las menos ganadoras en muchos sentidos eran las mujeres. Pero, de alguna forma, también había sometimiento a la institución por parte de los hombres. Había un acuerdo mutuo en el que, sin duda, quienes tenían el poder o que tenían más libertad eran los hombres. Al final el machismo y el patriarcado afectan tanto a hombres como a mujeres de diferentes maneras. Ahora, hablando de relaciones a largo plazo o matrimonio, yo creo que con o sin matrimonio las relaciones largas van a seguir existiendo. Ahora hay muchos causales de separación porque hay menos coerción social para mantenerte en una relación a largo plazo. Hay círculos sociales en los que es menos permisible separarte y sigue existiendo cierta condena social, pero no por ello es tan extendido como antes. Para mí, todo depende de qué clase de pactos se empiecen a llevar a cabo ahora, en qué empezamos a sostener nuestras relaciones, qué tanto necesitamos de “amor de pareja” para considerar una relación. Pienso, por ejemplo, cuando una relación de pareja se convierte en una relación de amistad a largo plazo en la que hay crianza compartida, eso también es una relación que dura toda la vida y no quiere decir que tenga el mismo peso ante la sociedad cuando debería de tenerlo. Incluso, podría tener mayores condiciones de bienestar para quienes están en ella. Creo que lo que está pasando es que hay una serie de posibilidades más amplias y que se contraponen a otra cosa que me parece muy importante, que es el hecho de cómo el capitalismo del desecho entra a nuestras relaciones, cómo la idea de que si algo no te gusta lo puedes cambiar por otro producto. La línea es muy delgada con respecto a no permanecer en relaciones de maltrato o de verdad procurar un bienestar más allá de la coerción, creo que es difícil pintarla la mayoría de las veces entre qué tanto estamos pensando en la pareja como aquella cosa que tiene brindarnos un ideal de felicidad inexistente contra desechar personas y cambiarlas como si fueran un vestido que te quedó pequeño.

En las Heroidas de Ovidio, por ejemplo, se romantiza la muerte como un acto de amor. Nada más alejado de la realidad… pero ¿qué hay de la literatura comercial que nos venden estas historias? 

Ahí está bueno porque son dos mil años de diferencia (ríe) y, sin embargo, hay muchas cosas que perduran. No sé si la muerte, pero sin duda el sacrificio como un acto casi patológico sigue estando súper presente en el discurso del amor, incluso en mucha literatura. Es complejo porque por un lado qué tanto la literatura es mimética con respecto a la sociedad y qué tanto otro arte contribuye a la creación de discurso. La literatura muchas de las veces puede estar creando una suerte de literatura costumbrista. La diferencia aquí es qué tanto es un manual o qué tanto no es un manual. A mí distinguir la voz del narrador o la narradora, la intención didáctica que puede tener una obra porque muchas veces sí la hay, especialmente en una época en que mucha de la literatura tiene un discurso moral detrás explícito y didáctico, es muy importante distinguir esa línea. En la literatura juvenil está presente este discurso que es lo que me parece más fuerte.

“El amor es algo que todos creemos conocer pero que está lleno de vacíos”, escribiste en tu libro. ¿Cuáles son los vacíos a los que debe o podría enfrentarse una relación basada en el Amor libre?

Los vacíos, a los que me refiero, son aquellas cosas que damos por hecho y automatizamos y que, incluso, naturalizamos, pero de los cuales nunca nos hemos detenido a pensar. En el caso de las relaciones no monógamas uno de los grandes vacíos es la reflexión con respecto al propio machismo de las partes involucradas. Creo que una gran intersección ahí es, por un lado, la propia educación, que incluye una serie de tramas que pueden ser el miedo al abandono, las propias limitaciones de cada individuo e individua que componen una relación no monógama, que pueden ser ciertos ideales del amor romántico que están súper arraigados, a pesar de que se esté tratando de establecer otro tipos de vínculos, y el machismo que todos y todas cargamos que muchas veces es difícil de superar en una relación abierta, incluso en cualquier tipo de relación, solo que en las relaciones abiertas se pone frontalmente a prueba.

Dentro del sistema patriarcal el Amor romántico se alza con una serie de expectativas violentas e irracionales. ¿Crees que el núcleo se halle en la centralización de la pareja?  

Creo que ese es un punto importante. Además de las cosas más recientes de las formas de relacionarnos, yo siempre recurro a la misma cita de Esther Perel “Ahora buscamos de la pareja aquello que nos proveía una aldea completa”. Ya desde ahí estamos en un problema cuando ponemos todas las expectativas en una persona, expectativas amistosas, sociales, de crecimiento personal; sin duda, esto constituye uno de los mayores problemas porque esta persona nunca podrá realizar todo eso. Yo creo que es solo una de las cuestiones. Por otro lado, sí está súper presente el capitalismo dentro de nuestras relaciones porque lo está durante toda nuestra vida. Es otro de los grandes problemas actuales. Como lo que te decía hace un rato, cómo pintamos la línea entre el deseo genuino de tener una mejor relación y el deseo de consumo hacia el encuentro de una relación ideal que no existe, que es como la intersección entre el amor romántico y el capitalismo, además de que, sin duda, la violencia que ejerce el capitalismo hacia todas las personas, pero en especial hacia ciertos sectores de la sociedad, pues claro que es un problema no solo para el amor, sino para todo. Sin embargo, en el amor impacta, incluso, las posibilidades de vida. En las relaciones no monógamas está, por ejemplo, ¿dónde va a vivir una pareja de este tipo? ¿va a vivir junta o no? Es más barato vivir con alguien y es más difícil vivir compartiendo siempre. No sé, hay un montón de cosas que están atravesadas por la economía y por cómo todo el diseño del mundo está hecho para parejas, incluso los departamentos están pensados para, generalmente, una pareja y un cuarto para un niño.

¿De qué manera impactan los medios para concretar citas? ¿No es que acaso hemos entrado en una época en lo que es más fácil recurrir a la técnica del “tomo” y “descarto” por temor al apego? 

Sí, también hay mucho de esto. Quien tiene miedo al apego, tiene más salidas ahora. Las aplicaciones en ocasiones facilitan esto porque logran una distancia o, más bien, estimulan una distancia que no se tiene cuando tratas con un individuo en persona, frontalmente, y tienes la necesidad de ver sus reacciones, conocerle como persona y con esto me refiero a no enteramente, sino a enfrentar reacciones de desagrado, cosa que con las aplicaciones te ahorras muchísimo. Eso por supuesto que facilita una lejanía en la que es más fácil decirle que no sin decir que no, desechar gente, y también tiene otras ventajas. Por ejemplo, una persona muy tímida puede encontrar ahí un espacio seguro que quizá no encontraría en otros lados. Una persona que tiene un entorno muy restringido encuentra maneras de salir de él, una persona que solo se codea con otros que se dedican a lo mismo puede encontrar personas que se salen de ese ámbito. Creo que tiene muchas ventajas, sin duda, pero también tiene esta gran desventaja de que hace fácil deshumanizar a las otras personas, convirtiéndolas en una especie de maniquí de un aparador que puedes simplemente desechar cuando ya no te parezca sin siquiera decir adiós, ya me voy.

En cuanto a las relaciones entre hombres mayores y mujeres menores, comentas que en la lucha por la razón quien se lleva la victoria es el hombre, no porque la tenga, sino porque la mujer se ve reducida a una etapa más bien de principiante, pero esto parece más bien un ejercicio de violencia y evidente manipulación por parte de los varones…

Se tiene que esquematizar muchísimo eso de la diferencia de edad. Sin duda, no es lo mismo tener treinta años que tener veinte, no es lo mismo tener veinte años de diferencia que tener cinco años de diferencia, como tampoco lo es una persona que por sus condiciones sociales está en una posición de poder que otra que no. Creo que depende de muchas variables que siempre hay que considerar para no fijar identidades cuando no hay necesidad de hacerlo. Cuando hay una gran diferencia de edad y hay un hombre que está solamente aspirando a relacionarse con mujeres muchos mayores bajo argumentos como el que dice “las mujeres cuando envejecen, decaen” o aquel que he escuchado muchísimo que “me encanta su inocencia”. Ahí hay un problema. Porque ¿en qué te estás fijando? Primero, estás ejerciendo una violencia del gusto a considerar que todas las mujeres son solo “apetecibles”, y uso esta palabra a propósito, en cierto periodo de su vida, que ha sido el que tradicionalmente se le atribuye a las mujeres como el de mayor y única belleza. Esto solo reproduce, de nuevo, parámetros machistas. Y, por otro lado, esta fantasía de las mujeres inocentes contribuye a un montón de violencias porque, ¿qué es lo que estás buscando cuando hablas de inocencia, cuando eres una persona veinte años mayor? Lo que buscas es un lugar adonde llevar tus enseñanzas o llegar a tener todo el poder y todo el control porque obviamente la inexperiencia te quita el poder, te pone a expensas de la otra persona. Yo creo que también puede ocurrir con mujeres muchísimo mayores y hombres menores, sin embargo, es mucho más común en los hombres por esta necesidad de ejercer el poder que en la educación mantenida han recibido. Es decir, no es gratuita. Es una cosa que socialmente se ha incentivado. Los hombres son los que deben de tener el poder en las relaciones y qué mejor manera de hacerlo si eres el eterno maestro de alguien, si eres el que siempre va a tener la última palabra en una discusión, la manera más fácil de hacerlo, sin duda, es relacionarte con alguien que tenga muchos menos recursos vitales que tú.

¿Cómo construir una relación sana a través del amor libre con la presión y crítica social que se acentúa, principalmente, en las mujeres?

Yo creo que esa es una pregutna que me excede (Ríe). Creo que mi intención en el libro es hablar de cómo pensar o plantear algunas preguntas interesantes para que todos y todas reconsideremos algunos patrones y veamos qué tanto nos parecen vigentes una vez pasados por la lupa o que tanto nos parecen útiles. Yo creo que una relación sana depende de un montón de los y las individuas y sus historias personales. Yo no aventuraría una respuesta generalizadora, más bien yo invitaría a hacer preguntas, y estas preguntas y sus respuestas son altamente individualizadas.

Por último, Aura, si Ovidio acudiera a ti luego de leer tu libro ¿qué es lo primero que le dirías?

Si hago mi ejercicio de ouija con Ovidio le diría que no es personal, no es contigo. Qué bueno que tus libros han sobrevivido al paso del tiempo. Deseo que mucha gente se siga acercando a ellos y deseo que este acercamiento sea uno crítico como debe ser el acercamiento a toda la literatura, a mi parecer. Te amo, soy tu fan.

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