El fiambre potosino es uno de los platillos más representativos de San Luis Potosí. Se trata de una preparación fría elaborada con carnes cocidas, verduras y una vinagreta especiada, que se sirve tradicionalmente en reuniones familiares y celebraciones.
Aunque en distintas regiones del país existen versiones del fiambre, el potosino destaca por su sabor avinagrado y su meticuloso proceso de marinado, que puede extenderse por varias semanas.
El origen del fiambre se remonta a la época colonial, cuando las técnicas europeas de conservación y preparación de carnes frías llegaron a América. Con el tiempo, cada región adaptó los ingredientes disponibles y los fusionó con sabores locales.
En México, esta herencia culinaria dio lugar a una amplia variedad de fiambres, entre los que destaca el de San Luis Potosí que ocupa un lugar especial por su combinación de ingredientes y su carácter festivo.
Este platillo se consume principalmente en eventos familiares, celebraciones patronales y fechas como el Día de Muertos. Su sabor ácido y especiado, junto con su colorido montaje, evocan la tradición mestiza que caracteriza la gastronomía potosina.
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El fiambre potosino se elabora a partir de una mezcla de manitas de cerdo en vinagre, pollo desmenuzado y lengua de res, a las que se añaden verduras cocidas como zanahoria, papa, calabaza y cebolla. Todo se adereza con una vinagreta elaborada con vinagre de caña o manzana, aceite de oliva, mostaza, ajo, perejil y hierbas aromáticas como tomillo, orégano y mejorana.
El proceso de preparación es pausado y requiere paciencia:
El resultado es un platillo frío, ligeramente ácido y con una textura suave, que se sirve sobre hojas de lechuga orejona, usadas como decoración, y puede acompañarse con chiles en vinagre o verduras encurtidas.
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Aunque el fiambre potosino tiene identidad propia, su influencia se extiende por varios estados del país. En Guanajuato, por ejemplo, se le agregan frutas como manzana, naranja y guayaba, además de aguacate y chorizo, lo que lo convierte en una versión más dulce y colorida. En Guerrero, el fiambre incorpora frijoles, queso fresco, totopos y carnes asadas, mientras que en Puebla se distingue por su toque cítrico y el uso de azúcar en la preparación.
Estas variaciones reflejan la diversidad cultural y gastronómica de México, donde un mismo platillo puede adoptar múltiples identidades según la región.
A pesar del paso del tiempo, el fiambre potosino se mantiene como un símbolo de la cocina tradicional del altiplano. Su elaboración, que combina técnica, paciencia y sazón casero, representa la esencia de las cocinas regionales mexicanas: recetas que se transmiten de generación en generación y que siguen reuniendo a las familias alrededor de la mesa.
Más que un simple platillo frío, el fiambre potosino es una muestra viva de la historia culinaria de México, donde la fusión de culturas y sabores sigue dando vida a una de las gastronomías más ricas y diversas del mundo.