En el norte de San Luis Potosí, el municipio de Charcas guarda un tesoro culinario que ha trascendido generaciones: las gorditas ferrocarrileras, un platillo que combina historia, tradición y sabor. Este antojo dominical es más que una simple receta, es un emblema de identidad para los charquenses y un punto de encuentro para visitantes que buscan auténtica comida potosina.
Cada fin de semana, la calle Hidalgo, en la cabecera municipal, se llena de aromas irresistibles. Los locales y puestos ofrecen las tradicionales gorditas rellenas de queso rojo, preparadas con maíz nixtamalizado al punto exacto y cocinadas al comal o fritas hasta lograr una textura crujiente por fuera, pero suave por dentro.
El origen de las gorditas ferrocarrileras se remonta a los primeros años del siglo XX, cuando el tren que corría de Charcas hacia San Luis Potosí capital y se detenía en la comunidad de Bocas. Ahí, mujeres emprendedoras ofrecían a los viajeros gorditas de queso con chile recién hechas, aprovechando cada parada para vender su producto.
Su popularidad fue tal, que pronto las familias charquenses adoptaron la receta y comenzaron a venderlas en la Estación Charcas, de donde proviene su nombre.
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Durante décadas, el movimiento ferroviario impulsó la economía local y dio sustento a muchas familias. Con el paso del tiempo y la desaparición del tren de pasajeros, las gorditas se mantuvieron como un símbolo de orgullo gastronómico y una deliciosa herencia de aquella época dorada del ferrocarril.
Preparar una auténtica gordita ferrocarrilera requiere paciencia y precisión. La masa debe ser trabajada en su punto justo de humedad. El relleno, una mezcla equilibrada de queso de vaca y de chiva, se coloca cuidadosamente en el centro antes de cocinar la gordita. Algunas versiones incluyen chile rojo molido para darle ese característico toque picante que realza su sabor.
Cada cocinero imprime su propio sello: hay quienes prefieren el queso más salado, otros optan por un toque de chile más intenso o un dorado más crujiente. Lo cierto es que todas comparten el mismo encanto: el sabor casero que evoca la vida tranquila de Charcas.
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Además de su gastronomía, Charcas destaca por su historia minera y su riqueza cultural. Es uno de los municipios más antiguos del estado y fue paso obligado de figuras históricas como Miguel Hidalgo y Costilla. La región es conocida también por su ónix y mármol de fama internacional, así como por su producción del tradicional mezcal.
Quienes visitan Charcas no sólo disfrutan de su comida típica, sino también de la hospitalidad de su gente y de sus paisajes del Altiplano, donde aún se respira la nostalgia de las vías del tren y el eco de los silbatos que dieron origen a este platillo.