Aunque la fiesta y energía del Día de Muertos se vuelca desde los últimos días de octubre hasta los primeros de noviembre, la magia inicia mucho antes, cerca de cuatro meses previos, puntualmente cada 24 de junio, día de San Juan Bautista.
El homenaje que los vivos preparan para sus difuntos comienza cada día de San Juan Bautista, cada familia y habitante de las comunidades huastecas lo tienen presente y saben que es el momento de abrir la puerta al otro mundo pidiendo la bendición para la siembra de las flores de cempasúchil que impregnarán con su aroma el camino para encontrarse con los difuntos.
Cada año, se siembran las semillas de las flores usadas en el año anterior, se tiene la creencia de que la también llamada veinte flores es el vínculo para atraer el alma de los muertos, por ello se realiza el camino de pétalos de la flor de cempasúchil, desde el altar hasta la puerta de la casa.
Cada 24 de junio el ritual comienza cuando los jefes de los hogares y ancianos, acuden a las milpas a regar la semilla de la flor que se quitó de los altares el año anterior, este mismo día se siembra con fiel devoción esperando que esté lista para los últimos días de octubre y, de esta forma, comenzar a vestir los arcos y altares del Xantolo.
A partir del 24 al 29 de junio, las familias marcan o compran el puerco, guajolote o gallina que serán sacrificados y puestos en las ofrendas (tamales, bolines o platillos).
El 31 de octubre a las doce del día se reciben las almas de los difuntos pequeños, El 1 de noviembre se recibe a los difuntos adultos.
La tradicional fiesta de Xantolo o día de muertos, culmina el 30 de noviembre día de San Andrés, con la última ofrenda.