Frente al Santuario de Guadalupe, en la Calzada, una silueta de mujer, de rodillas, abraza el suelo con humildad. Es La Penitente, escultura que en su silencio y su bronce contiene siglos de tradición popular y fervor religioso potosino.
Creada por el escultor potosino Mario Luis Cuevas, fue instalada en el año 2012 como una de las seis obras de arte público del artista distribuidas por la ciudad capital.
La pieza mide lo que una persona real, escala humana. A tamaño natural, representa a una mujer en actitud de súplica, en actitud de manda, de rodillas, con la mirada y el cuerpo dirigidos hacia el templo.
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Esta imagen simboliza a los creyentes que llegan al templo con el propósito de cumplir una manda, pedir un favor a la virgen o perdón por sus fallas.
El lugar que ocupa no es fortuito. La explanada del Santuario, en la Calzada de Guadalupe, es destino de peregrinaciones, especialmente los días cercanos al 12 de diciembre, cuando fieles de distintas partes realizan promesas de rodillas, caminando o en oración, muchos buscando consuelo espiritual.
La Penitente parece capturar ese momento de entrega personal, de sacrificio silencioso.
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En medio del trajín de la ciudad moderna, allí, frente al Santuario, La Penitente señala la continuidad de tradiciones: las mandas, promesas que muchos hacen por pedido, por agradecimiento o por penitencia, siguen vivas.
La Penitente es el reflejo de miles de historias de arrepentimiento y esperanza. Y aunque la ciudad cambia, porque se construyen avenidas y se moderniza el paisaje urbano, esta mujer de bronce sigue arrodillada, recordándonos la dimensión más íntima de la fe potosina.