Este 2024 los campos en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez volvieron a teñirse de naranja, desde los primeros días de octubre, los botones naranja de la flor de cempasúchil mexicana dejaron verse anunciando con ello, la cercanía del día de muertos.
La familia Cortés, oriunda de este municipio conurbado de la capital potosina, se ha dedicado a la siembra y cosecha de esta también conocida como “flor de veinte pétalos” a lo largo de 70 años.
Paola, quien encabeza ahora esta herencia familiar, compartió su experiencia y pasión por la siembra de la flor de cempasúchil, en su campo ubicado en la Calle López Rayón, en este municipio potosino.
Entre flores y recogiendo manojos de cempasúchil, Paola narró que esta tradición familiar se ha ido pasando de generación tras generación, pues sus abuelos iniciaron trabajando incansablemente para crear un legado que ha trascendido y que al día de hoy, además de brindarles sustento, también es un referente de la región.
La esencia de este legado radica en la semilla original que ha sido cuidadosamente preservada y sembrada durante más de setenta años.
Paola, con orgullo, destaca que su familia ha mantenido la pureza de esta semilla, resistiendo la “tentación” de cambiar a las modernas semillas “americanas o chinas” que dominan el mercado actual.
Estas semillas extranjeras pueden ofrecer un aspecto más rojizo y llamativo, pero la familia ha optado por mantener la autenticidad y la esencia de su cultivo tradicional.
“Ahora ya meten una semilla americana o china, y la flor está un poco más roja, con nosotros la semilla es la misma que se ha venido manejando desde hace más de setenta años”, explicó.
Para mantener la autenticidad y esencia de esta flor emblemática, la familia selecciona cuidadosamente algunas de las flores más saludables y vibrantes del cultivo y las guarda para posteriormente secarlas.
Una vez secas, se extraen las semillas, que son posteriormente conservadas con cuidado para ser utilizadas en el próximo ciclo de cultivo, es decir, en el año siguiente.
Este proceso meticuloso asegura que la esencia única de la semilla original se conserve intacta, permitiendo que cada nuevo cultivo mantenga la misma calidad y características.
“De esta misma flor guardamos y seleccionamos las mejores, para poder secarlas y esa misma semilla se va guardando para el siguiente año tener la misma calidad de flor”, explicó.
Paola se confiesa “enamorada” de la flor de cempasúchil mexicana, asegura que el color es más “vibrante”, además de que su tamaño y aroma la hacen inigualable, “las otras se venden en macetas y no huelen a nada, la nuestra te lleva a tener memorias, es inconfundible”.
La familia Cortés que tiene toda la vida cultivando esta flor de temporada, desde el 2023 enfrentó una crisis en el campo como nunca antes, la región fue azotada por la sequía y la crisis hídrica que dejó sin agua a presas, pozos y abrevaderos, afectando así gravemente los cultivos.
La sequía devastadora que azotó la zona puso en peligro la producción de la flor de cempasúchil en 2023 y 2024, amenazando con extinguir la tradición y el legado de la familia.
La falta de agua no sólo amenazó con arruinar la producción de la flor, sino que también puso en peligro la supervivencia de las valiosas semillas que la familia ha cuidado celosamente. No obstante, la llegada de abundantes precipitaciones, tras más de 15 meses sin lluvia, devolvieron el color y la vida a los campos llenándolos de flor, siendo además un gran atractivo que cautiva a oriundos y paseantes.
La pasión y el amor por la tradición de la siembra de cempasúchil han sido el faro que ha guiado a la familia Cortés a través de los desafíos y adversidades que han enfrentado a lo largo de tantos años.
Paola asegura que los últimos cuatro años han sido de aprendizaje en esta labor que pareciera ser simple y cíclica, pues recordó que desde la pandemia cada año ha sido diferente, y aunque el Covid-19 para muchos sectores fue considerado como un golpe mortal, para ellos resultó ser una bendición disfrazada.
La florista detallo que desde el 2020, tras el confinamiento y la incertidumbre, las personas reconectaron con sus raíces y tradiciones, buscaron formas de honrar la memoria de sus seres queridos fallecidos.
“Pasó algo interesante a raíz de la pandemia, hubo mucha gente que vivió su luto en encierro, pero a pesar de eso hubo venta porque, en cierto modo, la gente buscaba poner sus ofrendas en casa, buscaban honrar a los difuntos en el encierro, y desde entonces así ha sido, volvió el valor a esta tradición”, comentó.
Este año, el cultivo de cempasúchil ha alcanzado su punto máximo y la familia ha iniciado la distribución no sólo en el municipio soledense, sino también en la capital del estado, asegurando así la continuidad de la tradición de la cosecha de esta emblemática flor.