En el Panteón de El Saucito, uno de los rincones más emblemáticos del norte de , hay una tumba que desde hace décadas atrae miradas curiosas. Pero durante la pandemia, esa atención se multiplicó: la tumba de José Bustamante apareció rodeada de cubrebocas y pulseras colgadas en su cerca metálica, un gesto que transformó una antigua tradición local en un símbolo de protección, fe y comunidad.

Hoy, esta tumba sigue siendo una de las paradas obligadas para quien visita el cementerio. ¿Por qué? La respuesta mezcla historia, humor potosino y un toque de misterio.

La tumba que se volvió un símbolo en plena pandemia

Cuando llegó la pandemia, los potosinos hicieron algo que sorprendió a propios y extraños: comenzaron a colgar cubrebocas en la tumba de . No era basura, ni descuido, ni irreverencia. Era un acto simbólico.

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El gesto surgió como una manera de pedir protección y rendir homenaje en tiempos en que la muerte se sentía demasiado cercana. Los cubrebocas, objetos cotidianos, pero cargados de significado, se sumaron a una tradición que ya existía desde hace décadas: dejar pulseras, ligas, collares y objetos personales en la figura de mármol conocida popularmente como la Virgen dolorosa o “La Niña”, una doliente que custodia la tumba desde 1895.

Con la crisis sanitaria, esta práctica tomó un nuevo matiz. Los cubrebocas se volvieron una ofrenda de cuidado mutuo, un recordatorio silencioso de la fragilidad de la vida y la esperanza por salir avante de la emergencia sanitaria.

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¿Por qué la gente le deja objetos personales?

La tradición de colgar objetos en esta tumba no empezó en la pandemia. Desde hace años, los visitantes acuden a pedir favores a la figura que corona el sepulcro.

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La creencia popular es clara: si deseas algo —protección, buena suerte, mejorar en la escuela o incluso ayuda en temas del corazón— debes dejar un objeto personal como “pago” o agradecimiento. Algo que te acompañe día a día.

Por eso abundan pulseras, listones y ligas para el cabello. Y aunque algunos visitantes juran que ciertas ofrendas desaparecen misteriosamente, la costumbre persiste y crece.

Foto: Facebook Noche de Leyendas
Foto: Facebook Noche de Leyendas

La escultura que genera debate: ¿Virgen, doliente o un mito exagerado?

La figura de mármol, con gesto triste y un velo que cubre parcialmente el rostro, ha sido interpretada de muchas maneras. Algunos juran que es una virgen. Otros, más familiarizados con el arte funerario del siglo XIX, aseguran que es una “pleurante”: una mujer que simboliza el duelo eterno.

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Y luego están las versiones locales más pintorescas, como la historia de que representa a una esposa celosa que decidió seguir a su amado “al otro lado”. Relato sin base histórica, pero que alimenta el folclor urbano y añade dramatismo al paseo por el cementerio.

Foto: Facebook Noche de Leyendas.
Foto: Facebook Noche de Leyendas.

El video que reavivó la leyenda

En 2006, un camarógrafo grababa un especial del cuando enfocó la tumba y según él, la figura parpadeó. El video fue transmitido en noticieros locales y, desde entonces, la tumba se convirtió en un pequeño santuario de curiosos.

Muchos aseguraron que la escultura movía los ojos; otros que lloraba sangre; otros simplemente querían comprobarlo por sí mismos.

Ese momento catapultó la tumba de Bustamante a la categoría de potosina. Lo que antes era un rincón silencioso se convirtió en un punto donde lo paranormal, lo religioso y lo humorístico se mezclan sin pudor.

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Entre mito, fe y humor potosino

La conversación alrededor de esta tumba siempre es variada. Algunos llegan con fe genuina y dejan una ofrenda en agradecimiento, otros se acercan sólo por curiosidad. Incluso hay quienes se ríen del montón de ligas y cubrebocas que encuentran colgados. Y no falta quien insiste en que todo esto debería “respetarse más”.

En cualquier caso, la tumba se ha convertido en parte del relato vivo del , un espacio donde la solemnidad convive con historias populares que corren de boca en boca.

Un rincón que revela cómo la ciudad transforma sus símbolos

La historia de esta tumba demuestra cómo las tradiciones pueden evolucionar cuando la comunidad lo necesita. La pandemia no sólo dejó miedo y memoria: también reactivó prácticas y dio nuevo significado a un monumento funerario de más de un siglo.

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Hoy, la tumba de Bustamante sigue atrayendo a quienes buscan un favor, una historia que contar o simplemente un instante para observar cómo los cubrebocas, las pulseras y los rumores tejen una narrativa única.

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