Si has visitado alguna panadería tradicional en México, seguramente te has topado con las campechanas: ese pan delgado, brillante y crujiente, ideal para acompañar un café por la mañana. Aunque se le asocia fuertemente con San Luis Potosí, su historia tiene raíces más profundas y hasta cierto punto misteriosas.
Lo que sí es cierto es que las campechanas han trascendido generaciones y regiones, convirtiéndose en un elemento esencial del repertorio panadero mexicano.
Aunque no hay un registro exacto sobre su invención, se cuenta que una mujer originaria de Campeche, que vivía en la entonces Ciudad de México, fue la creadora de este pan. Tenía una panadería muy conocida en su vecindario, donde comenzó a vender una nueva receta de pan hojaldrado, dorado y crujiente.
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Los vecinos, sin saber cómo llamarlo, simplemente le pedían a los niños o encargados:
“Ve por pan de la campechana”, en referencia a la mujer originaria de Campeche que lo preparaba. Con el tiempo, el gentilicio se convirtió en nombre propio del pan.
Cabe señalar que el vínculo con Campeche es más anecdótico que gastronómico. Aunque no hay evidencia clara de que el pan existiera originalmente en ese estado, su nombre sí rinde homenaje a la panadera campechana que lo popularizó en la capital.
No obstante, en estados vecinos como Yucatán también es un pan común, vendido incluso por panaderos ambulantes.
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Santa María del Río, uno de los pueblos mágicos de San Luis Potosí, ha convertido a las campechanas en su emblema local. En este municipio potosino no solo se elaboran desde hace décadas, sino que más de 43 panaderías las producen de forma artesanal y cada año se celebra la Feria de la Campechana.
Aquí, las campechanas tienen una forma única: son largas, delgadas y con puntas redondeadas y suelen servirse con un toque aún más dulce gracias a coberturas como cajeta o leche condensada.
Elaborar campechanas no es tarea sencilla. Están hechas a base de una masa de hojaldre, que requiere técnica y paciencia. Sus ingredientes principales son la harina de trigo, el agua, la sal, azúcar y la manteca que puede ser vegetal o de cerdo.
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La masa se estira y dobla múltiples veces para lograr la característica textura laminada. Antes de hornear, se espolvorea con azúcar, lo que les da ese brillo dorado y sabor caramelizado tan distintivo.
Las campechanas son más que un pan: son parte de la historia oral y culinaria de México. Desde una humilde panadería en la capital hasta convertirse en estandarte gastronómico de San Luis Potosí, este pan hojaldrado representa la riqueza de una tradición que ha resistido el paso del tiempo y la producción industrial.