Hubo un tiempo en que cada mañana en tenía un sabor particular: el de la Leche San Luis. Su historia comenzó en 1958, cuando se inauguró la Pasteurizadora Potosina con la presencia del presidente Adolfo Ruiz Cortines.

Para la ciudad fue más que un acto protocolario: marcó el inicio de una era que acompañaría a generaciones enteras.

Foto: Facebook David Valdez.
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Durante los años setenta y ochenta, la marca se volvió parte esencial del día a día. Los repartidores recorrían las calles con botellas de vidrio heladas, llenas de una frescura que hoy muchos aún aseguran no haber vuelto a probar. La vaquita de la clásica caja roja terminó convirtiéndose en un símbolo afectivo y, para muchos, en sinónimo de “buena leche”.

Foto: Facebook David Valdez.
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La ciudad que giraba alrededor de una pasteurizadora

Recordar la Leche San Luis es recordar también la vida en torno a su planta en la colonia San Felipe. La pasteurizadora era más que un sitio de producción: era un espacio donde se tejían comunidades.

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“Las esposas de los socios formaron el club Galaxia, donde cada sábado nos daban un boletito para ver una película, un cuartito de leche y un mollete”, recuerdan quienes crecieron dentro de la empresa.

En las celebraciones de Día de Reyes, “la pasteurizadora se llenaba de familias; había misa, magos, piñatas y juguetes, todos juntos: trabajadores y dueños”. Otros evocan los recorridos de infancia: “Íbamos en la caja de la camioneta de mi papá cuando le tocaba la ruta de reparto”.

Afuera de la planta, el popular campo de futbol de arena reunió a generaciones. Y no faltan quienes cuentan historias inolvidables del sitio: “Justo enfrente estaba el famoso árbol de la ahorcada; muchos decían haber visto a una mujer caer o correr de madrugada”.

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Foto: Facebook David Valdez.
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El sabor que marcó a generaciones

Las descripciones acerca del popular producto coinciden: era cremosa, espesa y fresca. “Esa sí sabía a leche”, dicen aún con orgullo. Para muchos, la botella de vidrio con tapa roja no ha sido superada.

También quedan los recuerdos de los “cuartitos”, pequeños envases cuya cremosidad los convirtió en auténticos tesoros de la infancia.

La marca también fue pionera en envases Tetra Pak, aunque la memoria varía: algunos lo ubican en los setenta; otros, antes. Lo que no cambia es el recuerdo afectivo: “Para mí, la de San Luis siempre fue la mejor, especialmente bien fría”.

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Foto: Facebook David Valdez.
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Productores, familias y una sociedad lechera local

Leche San Luis formó parte de una red de productores potosinos, cuyos apellidos siguen presentes en la historia de la región. La relación entre familias y pasteurizadora fue profunda. “Mi papá se hizo socio para que le pagaran mejor por litro; nos daban $1.20 en lugar de $1.00”, cuenta el hijo de un productor.

Pero también hubo cambios: “Con el tiempo vendimos las acciones y empezamos a entregar la a LALA”. El reparto era parte del paisaje cotidiano: camionetas, motocicletas y bicicletas al amanecer. “El repartidor dejaba el frasco lleno y se llevaba el vacío. Así de simple”, afirman otros.

Dentro de la planta, también se vivían anécdotas que sólo los empleados recuerdan: “Siempre le gritábamos a Chuy para que no entrara de reversa por el lado incorrecto”, cuenta un exempleado en redes sociales. Y los personajes quedan grabados: “Todos conocían al Gallo, que después se fue a ”.

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Foto: Facebook David Valdez.
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¿Por qué desapareció la Leche San Luis?

No existe una fecha exacta, ni una versión definitiva. Algunas voces aseguran que los socios vendieron a la Unión de Ganaderos de Ciudad Juárez, propietaria de Gota Blanca; otras hablan de decisiones internas y cambios en el mercado.

“Nos dijeron que la pasteurizadora quebró, por eso la vendieron”, recuerdan algunos.

Otros relatan otra versión: “Hubo malos manejos y varios socios terminaron perdiendo sus acciones”. Lo único cierto es que, cuando la pasteurizadora cerró, la ciudad perdió un fragmento de su vida cotidiana.

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Un ícono que se volvió memoria

Aunque la Leche San Luis desapareció, su legado sigue vivo. Para algunos, fue la leche más sabrosa; para otros, un producto humilde, pero entrañable.

Muchas familias aún regresan a la misma frase cuando la recuerdan: “Tiempos hermosos que no volverán”. Así fue la Leche San Luis: un sabor que acompañó a generaciones y que, aunque ya no existe, sigue presente en la .

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