El atole de teja es una bebida ancestral que es una verdadera joya gastronómica de la Huasteca Potosina y de la Sierra Gorda, en Querétaro. Se caracteriza por tener un sabor terroso y dulce. Al probarlo te conquistará por sus notas de nuez y semilla tostada.
Puedes agregarle un aroma delicioso con canela que deja una sensación especiada y rica.
Su esencia y sabor permiten descubrir su herencia ancestral, pero te has preguntado: ¿por qué se llama así?
Originalmente, esta bebida se elabora con la semilla del girasol silvestre, una planta que crece en ciertas regiones de San Luis Potosí que se conoce como “teja” o “maíz de teja”.
Además, se cuenta que las personas dejaban secar estas semillas sobre las tejas de sus casas.
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Este tipo de semilla se tuesta y se muele con el maíz nixtamalizado, lo que le da su sabor característico, terroso y a nuez.
Es así como el nombre es un homenaje directo a la semilla y al modo en que se dejaba secar.
La palabra “teja” es de origen español, sin embargo, se cree que este término pudo haberse adaptado para nombrar a la semilla en el proceso de interacción con las comunidades indígenas.
El nombre evoca la tradición e ingenio de las cocineras potosinas para utilizar ingredientes sencillos y convertirlos en un patrimonio culinario.
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La primera región donde encontrarás el atole es en la Zona Media del estado, en municipios como Guadalcázar, especialmente durante festividades religiosas y posadas.
También podrás probarlo en la Huasteca Potosina, en mercaditos tradicionales y plazas de los pueblos, sobre todo en mañanas frías y temporada de invierno, que es de noviembre a febrero.