Tancanhuitz, se viste de fiesta y tradición cada Sábado de Gloria, un día que se convierte en un derroche de energía, cultura y emoción. En su plaza principal, el aire se llena de risas, música y el bullicio propio de quienes han llegado de todos los rincones para vivir una de las celebraciones más representativas de la región.
Cuando el reloj marca el mediodía, la magia comienza a tejerse entre las calles aledañas a la plaza, donde hombres ataviados con ropa de faena y chaparreras de cuero hacen su aparición.
Sus rostros, ocultos bajo máscaras de madera de hasta un metro de longitud, parecen cobrar vida propia, mientras los chirriones de cuero retumban con un estruendoso sonido, haciendo que la multitud se estremezca.
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Estas máscaras, fabricadas por ellos mismos a lo largo del año, son el símbolo de una lucha ancestral: la batalla del bien contra el mal. Con cada paso, los "tejoneros", como se les conoce, reviven esta lucha mítica, invitando a los asistentes a adentrarse en un mundo lleno de simbolismo y folclore.
La tradición se enciende con el fuego de la cultura local, mientras las mujeres y hombres de Tancanhuitz danzan al ritmo de la música, desplegando un espectáculo que mezcla alegría, historia y devoción.
Pero la fiesta no termina allí. Con la energía en su punto más alto, algunos jóvenes, vestidos como "curas", se encargan de añadir un toque juguetón a la celebración, lanzando agua a los asistentes, quienes entre risas y chapoteos se sumergen en la algarabía del momento.
La mojada, como se le conoce, se convierte en un acto de confraternidad, un recordatorio de la unidad y el espíritu comunitario que reina en este pueblo.
Al caer la tarde, la emoción alcanza su clímax. Los mejores disfraces son premiados, y un aire solemne invade la plaza cuando se lee el testamento de Judas. Un acto de burla y humor que hace mofa de personajes del pueblo, una tradición que da paso a la quema del traidor, el momento más esperado por todos.
Con un estallido ensordecedor de pólvora, Judas se consume entre las llamas, sellando con estrépito el fin de una jornada llena de historia, diversión y, sobre todo, un profundo sentido de pertenencia.
El Sábado de Gloria en Tancanhuitz es mucho más que una fiesta.
Es un viaje al corazón de las tradiciones ancestrales que siguen vivas, una explosión de cultura que atraviesa generaciones y que, año tras año, sigue convocando a todos a ser parte de una historia compartida, llena de color, ritmo y pasión.