Pocos personajes en San Luis Potosí han dejado una huella tan profunda en la memoria popular como Juan del Jarro, conocido también como Juan de Dios Azíos Ramírez, quien, según relatos históricos y orales, murió alrededor de 1859.
El Panteón del Saucito, donde descansan sus restos, se ubica al poniente de la capital potosina, en el barrio del mismo nombre, este cementerio es el más antiguo en funcionamiento de San Luis Potosí.
En su interior se encuentran mausoleos monumentales, esculturas de mármol, ángeles tallados y lápidas centenarias que narran la historia de muchos potosinos.
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No obstante, entre las tumbas más visitadas no se encuentran sólo políticos o empresarios, sino también personajes del pueblo, como Juan del Jarro, cuya historia ha trascendido generaciones.
El Panteón del Saucito se localiza sobre la avenida Fray Diego de la Magdalena, en la zona poniente de la ciudad, y sigue siendo sede de recorridos culturales y turísticos, especialmente durante las festividades de Día de Muertos.
En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL San Luis Potosí, se pudo constatar que la tumba de Juan del Jarro se encuentra en la avenida principal del Panteón del Saucito, donde descansan las figuras más representativas del cementerio.
Aunque no cuenta con un monumento ostentoso, su sepultura es reconocida por los visitantes que acuden a dejar flores, monedas o veladoras en señal de agradecimiento.
Puede observarse que incluso las personas le dejan jarritos en su tumba.
A más de un siglo de su muerte, el recuerdo de Juan del Jarro sigue vivo. Vecinos del Saucito aseguran que su espíritu continúa ayudando a los necesitados y cumpliendo milagros a quienes le rezan. Para otros, su historia simboliza la caridad desinteresada y la fe en la bondad humana.
La tumba de Juan del Jarro no es solo una sepultura: es un punto de encuentro entre historia, religión y tradición oral. Quienes visitan el Panteón del Saucito no solo buscan una leyenda, sino un fragmento del alma potosina que se niega a morir.