San Luis Potosí es un territorio lleno de misticismo y surrealismo, a lo largo de los años entre su gente, lugares y sus calles se han ido formando leyendas de sitios embrujados.
Algunas se tratan de casas que datan de años y pertenecieron a antiguas familias, otros son sitios públicos donde se habla de añejas muertes y por eso en la actualidad hay quien asegura haber visto apariciones.
Las leyendas se han ido pasando de boca en boca, muchos lugares hoy en día han sido remodelados, pero el misterio sigue rodeándolos.
Aquí te contamos la historia de cinco de ellos para realizar un recorrido macabro por San Luis Potosí.
De acuerdo con la leyenda, este lugar en el Centro Histórico de San Luis Potosí fue antiguamente una cantina de mala muerte llamada “La Linterna Roja”. Aquí, los clientes, ya borrachos, peleaban constantemente, incluso hasta la muerte, especialmente las víctimas solían ser forasteros a quienes se les quitaba el dinero o cualquier cosa de valor que llevaran.
Se dice que el propietario llamado Mauro Lara enterraba a las víctimas en el mismo lugar, además que él mismo acumuló una gran fortuna que, a su muerte, dejó enterrada en el lugar.
Quienes llegaron a vivir ahí después de la muerte del propietario aseguraban haber escuchado las peleas de los borrachos, cadenas y hasta monedas cayendo al suelo, por lo que muchos no se quedaron a vivir ahí permanentemente.
El lugar fue derrumbado y se construyó un banco que actualmente opera en San Luis, pero empleados aseguran seguir escuchando ruidos extraños.
En la calle Ignacio Zaragoza, también en el centro histórico de San Luis Potosí se encuentra una misteriosa casa cerrada al público, sellada en sus entradas con barrotes con cruces y biblias en las ventanas. Esta es la casa de los exorcismos, un antiguo convento de monjas que fue denominado de este modo, ya que, de acuerdo con la leyenda, ahí se practicó un exorcismo, pero que no salió bien, por lo que espíritus quedaron atrapados en el lugar.
Hoy esta casa se encuentra cerrada y algunos que pasan por ahí dicen sentir presencias extrañas siguiéndolos.
La casa de los exorcismos se encuentra en Ignacio Zaragoza 502, Centro Historico de San Luis Potosí, capital.
Esta casa se volvió una leyenda cuando se salvó, por varios meses, de caer ante las construcciones nuevas que se realizaban en esta importante avenida de San Luis durante el siglo XX. El lugar era propiedad de una mujer llamada Raquel Villalba.
En ese entonces se comenzó a correr el rumor de que el lugar estaba embrujado, debido a que por las noches se veían luces encendidas a pesar de que estaba deshabitada, por lo que se comenzó a creer que había fantasmas.
Las personas que caminaban por el lugar narraron que a través de las ventanas se escuchaban ruidos escalofriantes que provenían del interior de la casa, e incluso la gente aseguraba que se podía ver sombras y caras de aspecto tenebroso que se asomaban por las ventanas.
Trabajadores de las obras de ese entonces decían que al estar dentro de la casa o cerca de ella, veían situaciones extranormales y actos escalofriantes que les ponían los pelos de punta.
Y el asombro fue mayor cuando se negaron a seguir trabajando, aunque les aumentaran la paga.
Se dice que los obreros restantes llevaron a un brujo para realizar un exorcismo a la casa y así finalmente lograron derrumbarla.
La casa embrujada de Reforma se ubica en la esquina de Alvaro Obregón con Avenida Reforma, en la capital de San Luis Potosí.
En el año 1700, según cuenta la leyenda, un sacerdote llegó a vivir a San Luis Potosí a trabajar en un colegio en el que era muy bien pagado. El hombre decidió vivir en un lugar apartado, conocido en aquel entonces como el Barrio del Alfalfa. El sacerdote se hizo de la ayuda de dos jóvenes de entre 15 a 18 años de edad y muy conocidos y queridos en la comunidad. Ellos ayudaban al sacerdote con tareas del hogar, alimentar a sus animales y otras diligencias. Según se cuenta, el sacerdote tenía un buen corazón y sus ganancias, que eran buenas para ese entonces, las repartía entre la gente que menos tenía. Fue una noche que el sacerdote regresó a su hogar, junto con sus jóvenes ayudantes. Él se fue a su cuarto a descansar y los ayudantes a realizar las últimas tareas del día. Sin embargo, según contaron los propios jóvenes, cuando terminaron de sus labores fueron con el sacerdote a quien encontraron asesinado en su cama. El crimen se volvió un escándalo y las autoridades investigaron, pero nadie sospechó de los jóvenes que eran muy conocidos y queridos en la comunidad; no obstante, fue hasta que alguien los señaló para que también fueran investigados. Ambos jóvenes fueron separados e interrogados fuertemente, hasta que lograron que confesaran su crimen. Tras ello, a ambos se les condenó a muerte y sus manos fueron cortadas y colgadas en el callejón de la casa del sacerdote, como advertencia para que nadie intentara hacer lo mismo. Las manos de los jóvenes quedaron ahí por muchos años al grado de que cuando por fin fueron retiradas, las siluetas de estas quedaron marcadas. Quien pasa por el lugar debe hacerlo rezando, pues se dice que se siente una presencia macabra en dicho sitio.
El callejón o casa de las manitas se ubica en Mariano Abasolo 155, Barrio de San Sebastián en la capital de San Luis.
La presa de San José fue un proyecto que comenzó en 1863 y sobre esta y su construcción se encierran varias leyendas, pero una de las más impactantes es la de los niños emparedados. Según se relata, los encargados de esta construcción se basaron en antiguas creencias de que enterrar a niños en los cimientos de una gran obra ayudaría a que esta fuera fuerte. Al ser la presa una obra de enormes dimensiones se requerían no sólo uno, sino varios niños para darle la fuerza necesaria para mantenerse en pie por años. Ante ello, la leyenda dice que varios niños fueron comprados en poblados lejanos y emparedados en los cimientos de la obra. De ahí que hay habitantes cercanos al lugar que aseguran escuchar los llantos y gritos de los niños, pero muchos aseguran que sólo se trata del aire al golpear los muros de la presa.
La presa de San José se ubica a poco más de cuatro kilómetros al occidente de la ciudad de San Luis Potosí, en El Aguaje 2000.