La escritora brasileña Gagah Carvalho Leite presenta en exclusiva para EL UNIVERSAL San Luis Potosí, “Las ratas”, un cuento sobre la animalidad y su relación con lo humano.
Ella no se acostumbraba a las ratas que habitaban el patio del caserón que había heredado de sus padres. Enormes como gatos y agresivos como perros rabiosos. Al anochecer ya no salía al patio, al reino de las ratas, como lo llamaba. Podía sentir miles de pequeños ojos atravesando su cuerpo como puñaladas y perforándola toda. La maleza crecía entre la hierba, y no recordaba en absoluto al jardín bien cuidado de antes, con sus parterres de rosas y jazmines.
Cuanto más proliferaban las ratas, más se sentía prisionera y se encerraba como una ostra en su propia concha. Antes de que todo empezara, era titiritera y se ganaba la vida construyendo marionetas.
Exigen una atención y una simetría perfectas. Un cordón más grande o mal colocado arruinaría toda la obra. Brazo, antebrazo, mano, falange, falangina, falangeta. Piernas con rodillas fuertes que pueden soportar grandes saltos y pies sólidos para llegar al suelo con justeza. Ella los manipulaba con maestría.
Un día, se dio cuenta de que tenía un ejército para atacar a las ratas. Sus marionetas.
Por la noche, abrió la ventana y comenzó un extraño baile de muñecos de todas las formas y tamaños. Las bestias quedaron alucinadas. Se apoyaron en sus patas traseras, su pelaje se erizó, sus fosas nasales se encendieron, jadeando, y, con sus afilados dientes, trataron de destruir la amenaza, mientras ella se reía de su brillante idea.
Con el paso del tiempo, se fueron pudriendo, con las ropas desgarradas, con marcas de mordedura por todo el cuerpo, sin infundir más miedo al reino de las ratas, moviéndose como muertos vivientes por las ventanas, al sabor del viento. Un movimiento repentino para rescatar a una marioneta más distante hizo que ella cayera por la ventana.
Al mirar hacia el lado de la casa, se quedó paralizada de horror. De las ventanas colgaban todas sus tropas, mientras entre gruñidos de excitación, los roedores movían las cuerdas de los muñecos que bailaban al son de una melodía que sólo ellos oían.
Intentó gritar.
De sus cuerdas vocales sólo salió un áspero gemido. Intentó hablar, pero de su boca sólo salían chillidos desesperados a través de unos dientes afilados.
Gagah Carvalho Leite es una abogada brasileña y posgraduada en Comunicación. Asistió al taller del postgrado en Literatura, impartido por Assis Brasil. Ha participado en antologías de cuento. Obtuvo un ención de honor en un concurso nacional de relatos de ajedrez y finalista en el concurso Guimaraes Rosa promovido por Radio Francia Internacional. Actualmente se dedica a lo insólito, la fantasía y el terror. Asiste a los talleres de Lola Ancira y a la Escuela de Lectores de Lelia Almeida.