En la soledad de la Sierra de Aquismón, San Luis Potosí, Paula dio a luz a una niña producto de una relación furtiva a la que ocultó en la lejanía de un huerto por temor a la reacción de su marido; sin embargo, la recién nacida falleció.

Al regreso de su esposo, Paula no pudo guardar por mucho tiempo su secreto, puesto que las negativas de tener intimidad dieron a su pareja la sospecha de que algo le ocultaba.

Temerosa, Paula le confesó lo ocurrido y él la convenció de que tenían que informar el hecho a las autoridades comunales, le dijo que no pasaría nada, sólo buscaban aclarar las cosas.

Ante la gravedad del caso derivado de la muerte de la bebé, las autoridades decidieron llamar a la Policía Judicial.

“¿Tú mataste a tu hija, verdad?”, fue una frase que Paula escuchó repetidamente, en español, una lengua incomprensible para su cultura tének, por lo que, sin saberlo, aceptó ser la responsable de la muerte de su hija, en un interrogatorio en el que no contó con defensor de oficio, mucho menos con un intérprete que le permitiera entender lo que estaba ocurriendo.

Paula creyendo en las promesas de su pareja pensó que todo estaba resuelto y regresó a su comunidad, no alcanzó a regresar cuando ejecutaron en su contra una orden de aprehensión que la llevó a ser una de las fundadoras del Penal de Xolol. Fue sentenciada a 15 años de prisión por el delito de homicidio calificado.

Por fortuna, su historia fue detectada por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) y su Consejo Ciudadano.

En junio pasado, Paula obtuvo un beneficio de preliberación, producto de la gestión de la CEDH y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), que ahora pugnan por un programa que abone a su reinserción en la sociedad.

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