En el corazón del Centro Histórico de San Luis Potosí, escondido entre sus calles antiguas y adoquinadas, hay un rincón donde el tiempo parece detenerse cada Viernes de Dolores: el callejón del Buche.

Desde temprana hora de este día, el cielo de este pequeño rincón se vistió de morado y blanco en honor al luto de la virgen. Las familias, como cada año, iniciaron con los preparativos de su ofrenda siendo las antiguas imágenes el principal elemento de este día.

Las familias que año tras año abren sus puertas para recibir a cientos de fieles que visitan este tradicional callejón, compartieron que es desde hace más de un siglo que el sitio se transforma en un santuario urbano, donde la devoción se manifiesta con imágenes de la Virgen de Dolores, Cristo, naranjas, ramas de manzanilla, chía y ricas aguas frescas, en un acto de profunda espiritualidad y comunidad.

La Virgen de Dolores es venerada previo al Domingo de Ramos
La Virgen de Dolores es venerada previo al Domingo de Ramos

Las aguas frescas que se ofrecen a los visitantes no son simples bebidas: representan las lágrimas de la Virgen al pie de la cruz.

Son símbolo de generosidad y consuelo para quienes llegan, ya sea desde otras colonias o desde otros países, atraídos por la riqueza de esta tradición viva.

Altares de Dolores, tradición de más de 100 años

Entre quienes mantienen viva esta costumbre centenaria destaca Ignacio González Medina, un hombre que ha convertido la fe heredada de su familia en devoción a la virgen.

Ignacio nació y creció en el callejón. Desde niño, sus padres y abuelos le enseñaron que el Viernes de Dolores no es un día cualquiera, es un momento para honrar a la Virgen María en su luto, para recordar el sacrificio de Cristo y para compartir con quienes llegan a visitar los altares.

Los altares de Dolores son una tradición de más de 100 años.
Los altares de Dolores son una tradición de más de 100 años.

“Esta tradición viene de mi abuela. Todos los que estamos aquí somos católicos y estamos ligados a la Virgen de los Dolores. Es una gran tradición que no queremos que muera”, explicó.

Desde hace más de 20 años, Ignacio coloca con esmero un altar de tres niveles frente a su casa color amarillo. En éste destacan cuadros de la Virgen María, flores de papel que preserva con cuidado y figuras de madera.

“Hace como 25 años, había mucha gente aquí en el callejón, pero muchas vecindades desaparecieron y la gente se fue. Aun así, nosotros seguimos aquí, con el mismo amor y compromiso por mantener viva esta tradición”, agrega Ignacio.

¿Por qué recibe el nombre de el callejón "del Buche"?

Ignacio González Medina recuerda lo que le contaba su abuela desde que era niño: “Según mi abuela, este nombre viene porque aquí siempre se ha regalado agua en el Viernes de Dolores. Entonces, la gente decía: ‘Vamos al callejón a echarnos un buche de agua’ y de ahí quedó, el callejón del Buche”.

La tradición de regalar agua durante el Viernes de Dolores tiene un profundo significado simbólico.

Representa las lágrimas que derramó la Virgen María al ver morir a su hijo, Jesús. En este acto sencillo, pero poderoso, las familias del callejón ofrecen aguas frescas de sabores como jamáica, limón, fresa, tamarindo a quienes visitan los altares, como un gesto de consuelo y hospitalidad.

“Antes esta calle no tenía salida hasta Damián Carmona”, cuenta Ignacio. “Era un verdadero callejón, y venían muchos a visitarlo por el agua. Decían: ‘Vamos al callejón, al callejón del buche’, y con el tiempo ese nombre se quedó”.

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