El empresario y representante del corredor cultural Carranza, Alberto Narváez Arochi, lanzó una nueva advertencia sobre la decaída económica de la emblemática avenida: según sus cifras, solo 40 establecimientos permanecen operando, mientras que 80 locales han cerrado definitivamente.
Narváez Arochi sostuvo que la problemática se agravó tras la promesa hecha el año pasado de desplegar un plan de 130 kilómetros de la ciclovía y cambio de lugar, obra que, afirmó, hasta ahora no ha iniciado.
En el caso puntual de Carranza, dijo, el gremio nunca ha definido la ubicación adecuada para la infraestructura, pero sí argumento que el diseño actual ha lesionado la movilidad, reducido los estacionamientos y lastimado la operación comercial.
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El representante del corredor, aseguró que el tramo se confinaría al camellón.
“Ojalá no quede como otra promesa más”, advirtió. Para él, la movilidad es la raíz del problema: “Esto debió resolverse hace tres, cuatro o cinco años; hoy estamos pagando las consecuencias”.
Narváez Arochi insistió en que la ciclovía tal como está no cumple su finalidad: además de afectar la movilidad y la actividad comercial, es poco utilizada por los ciclistas, quienes optan por circular junto al transporte urbano.
“Si realmente se usara, no diríamos nada; pero no se usa”.
Advirtió también sobre riesgos de seguridad: giros a la derecha con puntos ciegos, separación insuficiente entre ciclistas y vehículos pesados, y cruces mal resguardados.
“Una ciclovía debe garantizar la protección del ciclista, del peatón y del automovilista. Esta no lo hace”.
Aclaró que no se oponen a la movilidad en bicicleta, sino a su localización y diseño:
“No somos expertos en movilidad, pero sí conocemos el daño que ha causado. Hay que decidir científicamente dónde debe ir y cómo proteger a quienes la usan”.
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Más allá de la cuestión vial, Narváez Arochi convocó a activar medidas económicas para recuperar la avenida.
Comentó que la autoridad municipal se comprometió a estudiar, el próximo año, la reducción parcial o total de impuestos para aliviar la carga de los comerciantes que literalmente se quedaron sin ingresos.
Denunció que más del 50 por ciento de los inmuebles arrastran adeudos de cuatro o cinco años de predial, resultado de la ausencia de recursos. Ante ello, el corredor ha pedido que a los nuevos negocios se les otorgue una licencia de palabra que les permita abrir de inmediato y contar con un margen seis meses o un año para regularizar trámites y obligaciones sin que el papeleo frene la actividad económica.
Narváez Arochi, no ocultó la magnitud del deterioro ya que dijo que el 90 por ciento de los edificios destinados a oficinas están vacíos y los emprendimientos emergentes frecuentemente cierran en cuestión de semanas o meses.
“No es normal que un negocio dure dos o tres meses; eso refleja el daño profundo que tiene Carranza”, lamentó.
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Los pocos que resisten lo hacen por factores puntuales: contar con un cajón de estacionamiento, no pagar renta o disponer de respaldo financiero.
“Los pequeños y medianos no tienen ese colchón; al primer tropiezo con la renta o la nómina, ya no pueden”, explicó.
Aunque reconoció avances por parte de la administración municipal, urgió a que las intervenciones sean más rápidas y contundentes.
Pese al panorama adverso, el empresario garantizó que los comerciantes que aún permanecen en Carranza mantienen la determinación de recuperarla: “Nos levantamos todos los días con ese objetivo. Carranza no está perdida, pero requiere más apoyo de todos”.