En el puente de Municipio Libre en San Luis Potosí, entre el aroma del cempasúchil y el ir y venir de los automóviles, María de la Luz García acomoda los ramos naranjas que anuncian la llegada del Día de Muertos.
Desde hace más de 15 años, Doña Luz, como la conocen sus clientes, vende flores cada temporada sin faltar un solo año, continuando una tradición que aprendió desde niña.
“Vengo de familia comerciante. Mis padres me enseñaron a vender y yo seguí su ejemplo”, comentó con orgullo, mientras acomoda los ramos que este año ofrece a 25 pesos, apenas 5 pesos más que el año pasado.
“No subí mucho el precio, porque la gente ya me conoce y siempre regresa conmigo”, explicó.
Doña Luz indicó que los días más fuertes para las ventas son los 28, 29 y 30 de octubre, cuando familias y escuelas preparan los altares.
“El 2 de noviembre ya casi no se vende, porque todos tienen su flor lista”, comentó.
Aunque este año, la comerciante confesó que teme que las ventas escolares bajen un poco. “Dicen que en algunas escuelas no harán altares, pero igual aquí la gente viene a comprar”, agregó.
Fuera de la temporada de muertos, Doña Luz no se detiene. Es vendedora de corazón y todo el año se dedica a distintos oficios: confecciona ropita para Niño Dios, prepara comida por encargo y vende en los mercados locales.
“Yo soy de temporadas: Hago tamales, barbacoa, espagueti, lo que se necesite. Las ventas son lo mío, desde chiquita”, afirmó.
Bajo el sol de octubre, rodeada de flores encendidas, Doña Luz representa la constancia y el amor por las tradiciones potosinas.
Su puesto no sólo ofrece cempasúchil, sino también un pedacito de historia: la de una mujer que ha hecho del comercio su forma de vida y de la flor de muerto, su más viva compañía.