Protegido con una bolsa de plástico en color negro, apoyado de un palo que usa como bastón, un sombrero de palma y bajo el frío y lluvia Manuel Rivera llegó hasta el Santuario de la Virgen de Guadalupe en San Luis Potosí, para agradecer y encomendar a su familia con la morenita, además de pedirle salud por los años que le queden de vida.
Manuel es un señor de 80 años, originario de Zacatecas, que desde hace más de ocho años ha vivido en San Luis Potosí, según recuerda, fue la Virgen de Guadalupe que lo guio hasta la entidad y que lo llevó a conocer a su esposa y compañera de vida.
Desde chiquito por herencia de su abuela, aprendió a honrar y agradecer a la Virgen María, a quien todos los días le reza, pues dijo, hay que venerarla siempre, no solo en su día, el 12 de diciembre.
“Lo primero que hago en la mañana es persignarme con San Juditas, la Virgen María y el Cristo del Trabajo. En mi casa tengo otros santos y me aviento una hora rezando (…) antes de salir de su pobre casa digo en nombre sea de Dios y me encomiendo a la Virgen de Guadalupe”, comentó en entrevista para EL UNIVERSAL San Luis Potosí.
Manuel vivió con su familia por mucho tiempo en Zacatecas y posteriormente en Guadalajara, luego de conocer a su esposa, visitaban con frecuencia San Luis Potosí y el Barrio de San Miguelito ubicado en la capital, sin embargo, años más tarde decidieron vivir permanentemente en el municipio que la Virgen le enseñó.
"Como que la Virgen me dijo acá está la papa", fue el pensamiento que lo abordó antes de partir hacia a Aguascalientes, en la puerta del Santuario de la Virgen, como si la "Guadalupana" lo guiara.
Sentado ahí, una señora pasó y le dejó dos billetes de 50 pesos en su cachucha, posteriormente otro señor le dejó dinero y así durante todo el tiempo que se quedó en el lugar; por lo cual decidió quedarse en la entidad potosina.
“Me gustó para quedarme a vivir. Puse mi mente cochambrosa a trabajar, pues dije ya estoy viejo, aquí me quedo”, dijo.
Desde hace ocho años Manuel acude todos los días a la puerta del Santuario a trabajar, ayuda a las personas que llegan a venerar a la Virgen y pide dinero.
Sin embargo, desde el 11 y este 12 de diciembre ha acudido a las inmediaciones de la iglesia de Calzada de Guadalupe, en el centro histórico, únicamente para pedirle salud y seguir consiguiendo comida para sobrevivir en su día a día, además de agradecerle lo que ha hecho por él.
“Uno se encomienda a Dios y a la Virgencita, cuando menos no me ha faltado la comida, tengo dónde dormir, tengo mi cuarto, mi agua y mi luz”, concluyó.
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