Con la llegada de la temporada decembrina, las compras navideñas comienzan a animar los mercados y tiendas de la ciudad, entre intercambios, posadas y preparativos para la Nochebuena, las familias buscan el regalo ideal para obsequiar.
Aunque hoy en día predominan los productos electrónicos, de moda o de marca, existe una tradición que poco a poco se va desvaneciendo; la de regalar juguetes mexicanos elaborados artesanalmente.
Durante décadas, estos obsequios formaron parte esencial de la Navidad en México. Muñecas de trapo, trompos, yoyos, baleros, carritos de madera, figuritas de barro o juguetes de cartón y papel no solo llenaban de alegría a los niños, sino que también representaban el talento y la identidad cultural del país.
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Sin embargo, pese a ser un emblema de la artesanía mexicana, su presencia en las compras navideñas es cada vez menor, en lugares como el tradicional Mercado Hidalgo en el centro histórico de San Luis Potosí, aún se pueden encontrar pequeños locales que se esfuerzan por mantener viva esta costumbre.
Entre pasillos llenos de colores y aromas, artesanos y comerciantes continúan ofreciendo estos juguetes hechos a mano, muchos de ellos elaborados con técnicas heredadas por generaciones. Aunque reconocen que la demanda ha disminuido, insisten en seguir preservando este legado.
“Antes nos quedábamos sin mercancía, ahora la gente prefiere lo moderno, la verdad ya casi no piden estados juguetes como obsequios ya casi siempre solo los buscan como recuerdos de México, pero como tal para regalar y que los niños jueguen ya casi no”, comentó la señora Nallely Rodríguez.
No obstante, todavía existe un grupo de consumidores que continúa buscando este tipo de obsequios con el propósito de preservar la tradición y transmitirla a las nuevas generaciones, para que también puedan disfrutar la experiencia de jugar con los clásicos juguetes de madera.
Aunque la modernidad domina cada vez más las listas de regalos, los juguetes tradicionales mexicanos se mantienen firmes, resistiendo el paso del tiempo.
“Aun así aún hay ventas aparte de la gente que se lleva el recuerdito, aún hay gente que regala este tipo de juguetes a sus niños para que puedan jugar con lo que antes era tradición”, agregó.
Sin embargo, señalan que muchas familias ya no optan por estos artículos porque requieren mayor interacción y tiempo para jugar con los niños.
Explican que, a diferencia de décadas pasadas cuando las familias solían ser más numerosas y los padres estaban más presentes en casa, hoy la dinámica ha cambiado, la mayoría de los niños son hijos únicos y ambos padres deben trabajar, lo que reduce las oportunidades de juego en compañía.
Esta falta de tiempo y de participantes hace que los juguetes de madera, que suelen involucrar dinámicas grupales o la guía de un adulto, pierdan terreno frente a opciones más prácticas o individuales, a pesar de su enorme valor cultural y afectivo.
“También tiene que ver mucho los tiempos modernos ya que ahora ambos padres trabajan, antes eso no era así; porque es importante esto porque para jugar con este tipo de cosas se necesita tiempo para explicar la reglas además de que necesitas a más de una persona para que sea entretenido”, explicó.
A pesar del paso del tiempo y de la llegada imparable de la modernidad, el Mercado Hidalgo continúa siendo un refugio donde sobreviven los juguetes de antaño.
Entre sus pasillos aún se exhiben aquellos artículos que marcaron a generaciones pasadas, convirtiendo al mercado en un espacio que resiste y protege la memoria de los juegos tradicionales mexicanos.