Daniel Simons lo tiene claro: "Estoy vivo gracias a los videojuegos". Más que un entretenimiento, este joven argentino encontró en la consola una pasión que le permitió afrontar las difíciles condiciones que le tocaron vivir en uno de los barrios más pobres de Buenos Aires.

Simons, de 25 años, recibe a Efe enfundado en su americana en un enorme edificio de decenas de plantas en el centro porteño, donde ha trabajado en el desarrollo de "Guardianes de Nibiru", su próximo proyecto junto al equipo de Dalesi, el estudio de videojuegos que dirige.

Más tarde, regresará a la villa 1-11-14, un asentamiento marginal al sur de la ciudad y su hogar desde que nació, fruto de una pareja adolescente.
Daniel Simons y sus dos hermanos pequeños tuvieron que madurar a marchas forzadas por la continua ausencia de su padre, atrapado entre dos trabajos, y los "problemas de depresión" de su madre, según cuenta el argentino.

A esto hay que sumar la realidad que veía día a día en su barrio, con situaciones que generaban "muy baja autoestima" y un patrón que se repetía en su entorno.

"La gran mayoría de mis amigos tenían un padre en la cárcel, un amigo baleado o un hermano con cáncer y para poder escapar de todos estos problemas, el camino más rápido en la villa es recurrir a la droga o a la violencia", explica Simons, que buscaba una "alternativa" a este círculo vicioso.

Por suerte, la corta edad de su padre hizo que en su casa los videojuegos fueran una prioridad y desde los doce años, el actual director de Dalesi ya comenzó a trastear con su producción.

Sin embargo, a pesar de que progresaba en su aprendizaje, sus dudas persistían: "¿Va a resultar dedicarme a esto? (...) ¿debería seguir un trabajo común, ordinario?", se preguntaba.

Su respuesta se la dio su victoria en el "Desafío Dale Aceptar", un concurso a nivel nacional de la Fundación Sadosky que le reveló que sí tenía talento.

Con este extra de motivación, el argentino decidió lanzarse a la creación de "Bildo", que además de su primer videojuego profesional, es una metáfora de su propia vida.

En este juego de plataforma (al estilo "Mario Bros."), el enemigo de Bildo es la oscuridad, que no emplea ataques físicos, sino que afecta con pensamientos negativos que tienen que ser vencidos mediante la luz y los colores.

"Está hecho de manera que cualquier adolescente con problemas se sienta identificado y pueda sentir que no solamente ayudó a Bildo, sino que encontró las herramientas para poder ayudarse a sí mismo", asegura el joven.

Al principio, Daniel Simons compaginaba el desarrollo del juego con sus estudios, un trabajo y la relación con su novia Belén, quien "soportó" sus noches de programación.

"Siempre me decía que en la relación ella solamente me miraba la espalda", recuerda ahora.

Sin embargo, al igual que en el videojuego, la oscuridad empezaba a ganar la partida a Daniel y a invadirle con pensamientos negativos.

Años atrás, su padre, sus hermanos y él hallaron en el comedor de casa a su madre sin vida, tras uno de sus muchos intentos de suicidio por consumo de pastillas.

Más adelante, al joven se le cruzó la idea de "repetir" lo que ella había hecho cuando la panadería en la que trabajaba para pagarse sus estudios en videojuegos cerró.

Sin embargo, decidió darse una oportunidad y lo apostó todo al juego: vendió los muebles, su moto y creó un proyecto de crowdfunding con el título "De la villa a diseñar videojuegos" para conseguir el resto de la financiación.

El entusiasmo en su familia también creció y se volcaron en ayudarlo, hasta que alcanzaron la cifra necesaria y consiguieron que el sueño de Daniel viera la luz en 2017.

Gracias a la repercusión que logró "Bildo"Daniel Simons pudo emprender viajes comerciales a Alemania San Francisco (EU) y hoy en día dirige su propio estudio independiente de videojuegos.

Su hermano Diego y su novia Belén completan la cúpula directiva de Dalesi, donde otros once colaboradores también trabajan en la producción de "Guardianes de Nibiru", el segundo juego de Simons y que funciona como precuela de "Bildo".

Fieles al universo de luz y oscuridad que crearon, ahora desarrollan un juego de mayores dimensiones y cruzan los dedos para que el prototipo que han enviado a Estados Unidos consiga atraer a inversores para seguir con un proyecto que hace no mucho parecía muy lejano.

"Sinceramente, si no me hubiera dedicado a los videojuegos, creo que estaría muerto yame hubiese matado, porque no me sentía conforme, no encontraba mi lugar. Gracias a los videojuegos hoy en día estoy trabajando con la persona que amo, con mi hermano, y estoy liderando un proyecto que puede cambiar nuestro estatus social y económico", confiesa el joven.

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