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La “muerte digna” es el derecho de una persona con alguna enfermedad irreversible o en fase terminal a rechazar tratamientos o terapias que prolonguen sus vidas, o medidas de soporte vital.
Se distingue de la eutanasia en que ésta consiste en la acción de un médico para provocar deliberadamente la muerte del paciente.
El suicidio asistido, en tanto, consiste en la acción de alguna otra persona u organización para provocar el deceso del enfermo. En todos los casos, el denominador común es el deseo del paciente de no extender su vida.
En América Latina, Argentina, Uruguay y Brasil permiten la muerte digna. Los argentinos lo hacen desde mayo de 2012, pero la ley no contempla ni la eutanasia ni el suicidio asistido.
Los brasileños hicieron lo propio en septiembre de ese año para los casos de enfermos terminales, que pueden decidir con anticipación si quieren o no recibir tratamiento para extender sus vidas.
En Uruguay, la llamada “ley del buen morir” rige desde 2013.
México es un caso particular. La ley del “bien morir” se aplica a enfermos terminales desde 2008, pero sólo en la capital.
A nivel país, Colombia es el único de América Latina que permite la eutanasia. Colombia es el único país que permite la eutanasia desde 1997, cuando la Corte Constitucional despenalizó el homicidio “por piedad”. Sin embargo, no fue sino hasta 2015 que se reglamentó bien el tema para los adultos.
En Europa,Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Reino Unido, Italia, Alemania, Noruega, Suecia, Hungría y República Checa son los países europeos que permiten la muerte digna. En España hay tres provincias donde también es legal.
Pero Holanda, Bélgica y Luxemburgo fueron aún más adelante y en sus territorios es legal la eutanasia. De hecho, Holanda fue el primer país del mundo en legalizar la eutanasia y el suicidio asistido, en 2001.
En el caso de Estados Unidos, aunque se prohíbe la eutanasia, algunos estados permiten el suicidio asistido. Se trata de Washington, Oregon, Montana, Nuevo México y Vermont.
Canadá legalizó en 2016 tanto el suicidio asistido y la eutanasia administrados por un médico.
Con información de La Nación/GDA