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Washington.— Los niños migrantes separados de sus padres en la frontera México-estadounidense el año pasado mostraban síntomas crecientes de estrés postraumático, los que se agravaron durante el proceso frenético de reunificación familiar, según un informe de un organismo supervisor interno del gobierno.
Los menores, muchos de ellos enfrentaban situaciones difíciles en sus países de origen o las padecieron durante su viaje, exhibían más síntomas de miedo, sensación de abandono y estrés postraumático que los que no fueron separados de sus padres, de acuerdo con el informe del inspector general del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés).
Algunos lloraban inconsolablemente. Otros creían que sus padres los habían abandonado y estaban enojados y confundidos. “Otros sentían miedo o culpa y se preocupaban por el bienestar de sus padres”, señala el informe.
El reporte es el primer documento oficial sustancial de una dependencia del gobierno sobre el impacto que ha tenido en la salud mental de los menores la política de Tolerancia Cero del gobierno de Donald Trump, que dio lugar a la separación de familias. Se basa en entrevistas a un centenar de médicos especializados en salud mental que atendieron a los menores, pero no aborda directamente la calidad de la atención recibida por los niños.
Las separaciones recibieron críticas generalizadas y activistas dijeron que los menores seguramente quedaron traumatizados. Un segundo informe del organismo supervisor indicó que miles de empleados del gobierno tuvieron acceso directo a los menores migrantes antes de completar la revisión de antecedentes y de que se les tomaran las huellas digitales, lo que es un requisito.
Un niño de unos siete u ocho años fue separado de su padre y no sabía por qué, de acuerdo con el inspector general. Creía que su padre había muerto y que él correría la misma suerte. “Este niño requirió atención siquiátrica de emergencia para atender sus trastornos mentales”, declaró a los investigadores el director de un programa.
Algunos de los menores separados de sus padres mostraron síntomas físicos derivados de sus traumas mentales, según los médicos. “Muchos decían que les dolía el pecho, aunque todo estaba bien en el plano médico”, declaró un doctor a los investigadores.
El informe abarca un periodo del año pasado en el que las instalaciones para albergar migrantes estaban desbordadas como resultado de la política de Tolerancia Cero, bajo la cual al menos 2 mil 500 menores fueron separados de sus padres. Los niños permanecieron en la frontera bajo custodia, mientras sus padres eran llevados a tribunales federales para iniciarles procesos penales.
Los niños que pasaban más de 72 horas bajo custodia eran transferidos al HHS, que los ubicaba en albergues usados tradicionalmente para alojar a menores que cruzaron la frontera solos.
Los pequeños permanecían en los albergues, manejados por organizaciones costeadas por el gobierno, hasta que eran entregados a un patrocinador, generalmente uno de sus padres o un familiar cercano.
Informes previos destacaron lo desorganizado de los esfuerzos por reunificar las familias y la falta de planificación. Otros aseguran que miles de niños podrían haber sido separados de sus padres sin que se los haya tomado en cuenta en los informes iniciales. La agencia que emitió el informe dijo que cuanto más se prolongaba la detención, mayor era el deterioro de la salud mental del menor y recomendó que se redujeran esos periodos. También planteó la creación de mejores opciones para su atención mental y la contratación de más personal capacitado para lidiar con estos casos.