Así que los controles y contrapesos han sido restaurados en Washington tras las elecciones intermedias de Estados Unidos.

Los demócratas ganaron la mayoría en la Cámara de Representantes y aunque los republicanos ampliaron la suya en el Senado, la Casa Blanca tendrá que negociar en varios temas o enfrentar el riesgo de parálisis durante los próximos dos años.

¿Cómo afectará a México el desenlace de los comicios? Para empezar, es probable que los peores excesos del presidente Donald Trump sobre la inmigración—desde el despliegue de 7,000 tropas en la frontera hasta la presión para convertir a México en “tercer país seguro” para los solicitantes de asilo centroamericanos—, serán moderados por una Cámara baja del Congreso más inclinada a regularizar la situación de los dreamers, ahora en medio de una batalla judicial.

Por otro lado, los cambios en el mapa político estadounidense rumbo a las elecciones presidenciales de 2020 anuncian nuevos problemas para la liberalización del comercio y potencialmente para el renegociado Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), conocido formalmente como United States-Mexico-Canada Agreement (USMCA) o Tratado México-EU-Canadá (T-MEC) que todavía espera su aprobación en el Capitolio.

Al contrario de las encuestas, los demócratas lograron su mayor avance en el Medio Oeste, la región que Trump ganó sorpresivamente en 2016 al explotar la frustración y los temores de la clase media debido a la elevada tasa del desempleo y la caída de los niveles de vida.

Fue en los estados del Medio Oeste, la región desindustrializada también llamada el Rust Belt, donde el TLCAN y el libre intercambio global fueron empleados como chivo expiatorio por la pérdida de competitividad y las tendencias económicas desfavorables.

En este ciclo electoral, ambos partidos jugaron la carta del proteccionismo en el Medio Oeste, hasta el grado en que algunos medios aluden al senador Sherrod Brown (demócrata por Ohio), quien se reeligió pese al predominio republicano de los últimos años en la entidad, como posible aspirante a la vicepresidencia en 2020, gracias a su respaldo a los aranceles impuestos por Trump a las importaciones de acero mexicano y canadiense.

El miércoles, Trump destacó sus planes para “regresar al trabajo y hacer las cosas”, especialmente en cuanto a tratados comerciales.

Antes de que tome juramento la 116 Legislatura el 3 de enero, los congresistas deberán resolver el financiamiento del gobierno federal y probablemente se les pedirá que ratifiquen el T-MEC en la sesión final que arrancará la próxima semana, una meta que sería más incierta con una Cámara baja controlada por los demócratas.

A largo plazo, sin embargo, la “cláusula atardecer” del T-MEC promovida por la misma administración Trump podría contener las semillas de la incertidumbre para el pacto trilateral.

Congreso proteccionista

La disposición citada establece que el acuerdo deberá terminar a los 16 años de haber entrado en vigor a menos de que ciertas condiciones se cumplan, y podría ser utilizada por un Congreso proteccionista en Estados Unidos para justificar su intervención, ya que se refiere a “las partes” como responsables de que prosiga el T-MEC, así como para recomendar una revisión conjunta a su Comisión de Libre Comercio, pero no aclara quién tiene la decisión final en cada gobierno para finalizar el acuerdo.

Sin un papel claramente definido para el Congreso, la cláusula puede poner por completo el destino del T-MEC en el Ejecutivo, si bien la Constitución estadounidense otorga poder al Legislativo en asuntos comerciales, una facultad que futuros congresistas podrían estar dispuestos a ejercer.

De acuerdo con el gobierno mexicano, el T-MEC sería firmado el 30 de noviembre en el marco de la cumbre del G20 en Buenos Aires, Argentina.

El gobierno entrante del presidente electo Andrés Manuel López Obrador sostiene que el Senado y los 32 congresos estatales mexicanos ratificarán el pacto—que entraría en vigor en 2020—, al tiempo que el Parlamento canadiense planea ratificarlo en enero.

Por lo pronto, otras voces proponen sacar ventaja de las nuevas disposiciones incluidas en el T-MEC, que eleva a nivel de tratado sus convenios paralelos.

Por ejemplo, a fin de crear “un frente común norteamericano en minerales críticos”, Estados Unidos debería concluir los acuerdos paralelos para alentar la colaboración transfronteriza en la producción de dichos bienes y su procesamiento avanzado, en beneficio de la seguridad continental de la demanda, resaltó Daniel McGroarty, ex asistente especial de la Casa Blanca en el Departamento de Defensa estadounidense.

“Mientras que la postura de Canadá como productor de los recursos está fuera de cuestión, México se cuenta entre los principales proveedores de Estados Unidos de cuatro minerales y metales que están en su Lista de Minerales Críticos y de los que depende en su importación entre 75 y 100%”, escribió McGroarty en el portal de The Hill.

Washington debería anular los aranceles de la Sección 232—denominada así por el rara vez usado capítulo de la Ley de Expansión Comercial de 1962—para las importaciones de acero y aluminio de Canadá y México, agregó, con el objetivo de que “la cadena de suministros de defensa de Estados Unidos una vez más se encuentre plenamente integrada en toda América del Norte”.

Vale la pena mencionar que la persistencia de dichos aranceles empaña el inicio del T-MEC, al menos desde el punto de vista canadiense.

El embajador de Ottawa en Washington, David MacNaughton, dijo a CBC News que el primer ministro Justin Trudeau no participará en ningún tipo de ceremonia de firma con Trump, a menos de que se levanten primero los aranceles.

“No puedo imaginar alguna clase de acto festivo en tanto los aranceles estén en pie. Haremos nuestra parte y firmaremos lo que acordamos, pero aplazaremos la celebración hasta que nos libremos de esos aranceles”, recalcó.

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