Siria es actualmente el epicentro de un conflicto entre Turquía, los kurdos y Estados Unidos.
Tres días después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara el retiro de las tropas de su país en el norte de Siria, las fuerzas armadas turcas comenzaron una operación militar en la región.
Esta incursión, que comenzó el miércoles, es la tercera que el Ejército turco lidera en Siria desde 2016 y ya ha causado al menos 60 mil desplazados, según afirmó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH, por sus siglas en inglés).
El objetivo militar de Ankara es la milicia kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo), que lideran las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe con la que Estados Unidos trabajó para derrotar a Estado Islámico.
Las YPG son consideradas como un grupo terrorista por Turquía debido a sus vínculos en su país con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que ha liderado una sangrienta guerra de guerrillas en Turquía desde 1984.
Sin embargo, las potencias occidentales, especialmente Estados Unidos, apoyan a las YPG y elogian el importante rol que ha jugado el grupo en la reciente derrota militar que sufrió el autodenominado EI en Siria.
El pueblo kurdo es la minoría étnica sin Estado propio más importante de Medio Oriente.
Se estima que su población oscila entre los 25 y 35 millones de personas que viven en una región montañosa cuyo territorio está repartido entre cuatro países: Turquía, Irak, Irán y Siria, y un pequeño enclave en Armenia.
Es un pueblo unido por una lengua propia y una cultura milenaria. La mayoría de los kurdos son musulmanes sunitas, pero muchos siguen otras religiones y creencias.
Desde principios del siglo XX muchos kurdos sueñan con el reconocimiento del Kurdistán como nación propia.
Pero cuando se firmó el Tratado de Lausana, Suiza, que estableció en 1923 las fronteras de la Turquía moderna, no se consideró la formación de un Estado kurdo, y desde entonces cualquier intento de crear un estado independiente ha sido reprimido.
Las Unidades de Protección Popular (YPG) son el brazo armado del Partido de la Unión Democrática Kurda (PYD, por sus siglas en kurdo), una formación fundada por nacionalistas kurdos en el norte de Siria.
El YPG milita por la independencia de los kurdos en Siria y tiene algunos vínculos con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en Turquía, un grupo que quiere una región autónoma para los kurdos en ese país.
El PKK ha llevado una lucha armada contra el Ejército turco desde 1984 y Ankara lo ve como una amenaza para su integridad territorial.
El Partido de los Trabajadores de Kurdistán está vetado en Turquía y también es considerado como una organización terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos.
Pero el YPG de Siria ha sido un aliado clave de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo yihadista en la región: fue en ellos en quien Washington acabó apoyándose para conseguir derrotar a EI después de infructuosos intentos de colaboración con otras milicias locales, según recordaba el especialista de la BBC en Seguridad, Jonathan Marcus.
"La decisión de Washington de apoyar a los kurdos con entrenamiento y equipos (militares) dio sus frutos. Demostraron ser tanto fiables como capaces y el desmantelamiento del califato de EI en Siria se debe en gran medida a sus esfuerzos", explicó Marcus en un análisis.
Existe una profunda discordia entre el gobierno turco y los kurdos de ese país, que constituyen del 15% al 20% de la población.
Por generaciones, el pueblo kurdo ha denunciado el trato hostil por parte de las autoridades turcas. Entre 1920 y 1930, muchos kurdos fueron trasladados a otras partes del país y las autoridades tomaron medidas polémicas, como la prohibición de nombres kurdos.
También se restringió el uso del idioma kurdo y se negó la existencia de una identidad étnica kurda.
En 1978, el político Abdullah Ocalan fundó el PKK, partido que inicialmente militaba por un Estado kurdo independiente de Turquía. Seis años después, el grupo comenzó una lucha armada.
Desde entonces, más de 40.000 personas han sido asesinadas y cientos de miles desplazadas de sus hogares.
En la década de los 90, el PKK abandonó su ambición independentista y se limitó a pedir mayor autonomía cultural y política, pero la lucha armada no terminó.
En 2013, el PKK pactó un alto al fuego con el gobierno, que colapsó después de que los atentados suicidas atribuidos a Estado Islámico en 2015 mataran a 33 jóvenes en la ciudad kurda de Suruc, cerca de la frontera con Siria.
El PKK acusó a Ankara de complicidad y decidió atacar a soldados y a policías turcos.
Desde entonces, Turquía ha llevado a cabo una denominada "guerra sincronizada contra el terrorismo" contra el PKK y Estado Islámico.
Y para el gobierno turco, el YPG son extensiones del PKK de Turquía.
El YPG y PKK comparten una misma ideología, pero aseguran que son entidades separadas.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, asegura que la ofensiva, iniciada con ataques aéreos el miércoles, tiene como objetivo eliminar a las fuerzas kurdas en la zona fronteriza y crear una "zona segura" a la que puedan regresar millones de refugiados sirios.
"Nuestra misión es prevenir la creación de un corredor terrorista a lo largo de nuestra frontera sur y llevar la paz a la zona", tuiteó Erdogan.
"La Operación Manantial de Paz neutralizará las amenazas terroristas contra Turquía y causará el establecimiento de una zona segura, que facilitará el regreso de refugiados sirios a sus hogares".
"Preservaremos la integridad territorial de Siria y liberaremos a las comunidades locales de los terroristas".
La Fuerzas Democráticas Sirias, por su parte, aseguran que defenderá su territorio "a cualquier precio".
Antes de que comenzara el ataque turco, comandantes de las FDS advirtieron que el noreste de Siria estaba al borde de "una posible catástrofe humanitaria".
También consideró que la ofensiva puede llevar a un resurgimiento de Estado Islámico, un temor compartido por múltiples observadores internacionales.
La incursión militar turca contra los kurdos en el norte Siria deja a Estados Unidos en una encrucijada.
Tanto Turquía, miembro de la OTAN, como el YPG son aliados importantes del gobierno estadounidense.
Estados Unidos comenzó a trabajar con las fuerzas kurdas en 2015, intuyendo que podían ayudar a la coalición occidental a detener la expansión de Estado Islámico, y no se equivocó.
Pero esta alianza se ha visto afectada con el anuncio de Donald Trump de retirar las tropas estadounidenses del norte de Siria.
Una acción que algunos observadores calificaron como una "traición" al pueblo kurdo y un cambio drástico de la política exterior estadounidense en la región.
Ante estas acusaciones, Trump se defendió en Twitter.
"Puede que estemos abandonando Siria, pero de ningún modo hemos abandonado a los kurdos, que son un pueblo especial y unos luchadores maravillosos", escribió.
Posteriormente, no obstante, minimizó el apoyo de los kurdos a Washington, aunque también advirtió a Turquía contra el uso de fuerza "innecesaria", y amenazó con "destruir" la economía de ese país si se "sale de los límites" en la incursión.