"Dios puso el petróleo que China necesita los próximos 200 años en Venezuela", dijo en abril de 2009 en una reunión con dirigentes chinos en Pekín, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez.
El fallecido gobernante solía mencionar de forma recurrente que su país tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo e iba ofreciéndolas a sus potenciales aliados, incluyendo Bielorrusia, Nicaragua y los países anglófonos del Caribe, entre otros.
Menos de una década más tarde, esa nación rica en recursos energéticos ha vivido durante los últimos días su peor crisis eléctrica.
El jueves pasado se produjo un apagón que llegó a afectar prácticamente a todo el país y que para las 5 de la tarde de este lunes llegó a sumar 90 horas continuas sin flujo eléctrico en Maracaibo, la segunda ciudad más grande, así como en otras importantes urbes del centro occidente del país.
Según el gobierno de Nicolás Maduro, fue causado por un "sabotaje" en laprincipal hidroeléctrica del país, la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como el Guri. Pero expertos del sector apuntan a un incendio "en el corredor" de la principal línea de transmisión del servicio del Guri.
Paradójicamente, Venezuela posee, además del petróleo, grandes recursos hídricos, de los que obtiene gran parte de su energía gracias principalmente al Guri.
Esa central, ubicada sobre el río Caroní -en el sur del país- y construida entre 1963 y 1969, llegó a ser la planta de ese tipo más grande del mundo tras una segunda etapa de construcción, que concluyó en 1986.
La electricidad procedente del agua y de los combustibles fósiles converge en un único sistema -el Sistema Interconectado Nacional- concebido para dar energía a toda Venezuela.
"Hace medio siglo, los planificadores del país lo diseñaron así en función de las ventajas comparativas desde el punto de vista de energía", explica a BBC Mundo Winston Cabas, presidente de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica, Mecánica y profesiones afines del Colegio de Ingenieros de Venezuela.
El experto señala que en Venezuela hay entre 16 mil y 17 mil megavatios instalados de energía hidroeléctrica y una cifra similar de fuente termoeléctrica, para un total aproximado de unos 34 mil 800 megavatios.
"El drama de este país es que hoy, con la crisis que nos ocupa, solo tenemos disponibles entre 12 mil y 13 mil megavatios", señala.
De esa capacidad, que era la disponible antes del apagón del jueves, el sistema del bajo Caroní representaba 11 mil 100 megavatios, con lo que en torno al 85% del consumo del país dependía de fuentes hidroeléctricas.
Cabas indica que la energía generada por fuentes hidroeléctricas en el sur de Venezuela es transmitida hacia el resto del país a través de una de las pocas redes existentes en el mundo capaz de operar a un nivel de extra alta tensión: tres líneas de 765 kilovoltios, que recorren unos 2.300 kilómetros.
En términos de generación termoeléctrica, Venezuela cuenta con unas 20 centrales, incluyendo Planta Centro, la más grande de América Latina.
Pero, ¿cómo, entonces, contando con estas fuentes de energía llegó Venezuela a la crisis actual?
La versión oficial que ofrece el gobierno del presidente Nicolás Maduro apunta a una operación de sabotaje.
Eso es lo que dijo inicialmente el ministro de Energía, Luis Motta Domínguez, quien luego ha sido secundado por el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez; y por el propio Maduro, quien ha dicho que el sistema fue objeto de ataques cibernéticos, electromagnéticos, así como de explosiones causadas de forma deliberada.
Esa versión ha sido cuestionada por el presidente de la Asamblea Nacional y líder de la oposición, Juan Guaidó, quien recordó que desde 2013 las instalaciones eléctricas en Venezuela están militarizadas y quien ha dicho que el gobierno "se robó el dinero para la inversión en el Sistema Eléctrico Nacional".
Expertos en el tema eléctrico en Venezuela, por su parte, apuntan más bien a una crisis causada por una suma de circunstancias.
Cabas, por ejemplo, señala que el jueves se produjo un incendio en la subestación Malena -cerca del Guri, en el sur del país-, como consecuencia de la falta de mantenimiento en el corte de la vegetación que hace que se sobrecalienten dos de las tres líneas de 765 kilovoltios, dejándolas fuera de servicio y ocasionando la sobrecarga de la tercera línea que también dejó de operar.
Estas fallas habrían activado el sistema de protección de la central de Guri, paralizando sus máquinas, y también una salida de sincronización de la represa de Caruachi.
"Ante este incidente se cae el sistema hidroeléctrico del bajo Caroní, sacando casi 6 mil megavatios del sistema y solo queda operando la central hidroeléctrica de Macagua, que produce unos 1.150 megavatios y solamente sirve para atender a ciudades del oriente del país. Así pasamos a depender del sistema termoeléctrico", señala Cabas.
El experto indica, no obstante, que las centrales termoeléctricas solamente representan unos 2 mil 500 megavatios disponibles.
¿Cómo es posible esto si la capacidad instalada en este tipo de energía se ubica entre 16 mil y 17 mil megavatios y cuando Venezuela invirtió durante la última décadas varios miles de millones de dólares en su desarrollo?
"La crisis de las plantas termoeléctricas es multifactorial: falta de recursos humanos, de mantenimiento, de inversión, de combustible y la corrupción", responde el experto.
En 2006, Chávez prometió que Venezuela se convertiría en una potencia energética mundial.
Sin embargo, pocos años más tarde, el país comenzó a sufrir importantes problemas en el suministro de energía, ante los cuales el gobierno respondió emitiendo en 2010 un decreto de emergencia eléctrica que le permitiría agilizar la compra de equipos y repuestos, así como desarrollar planes para mejorar el funcionamiento del sistema.
"A través de la emergencia eléctrica, aprovecharon para beneficiar a algunos grupos allegados al gobierno para comprar un conjunto de plantas termoeléctricas que -como mostró en un informe detallado de la Asamblea Nacional- fueron compradas a gobiernos de países amigos, muchas ya estaban usadas, las repotenciaron y se las vendieron a Venezuela como nuevas", señala Cabas.
Asegura que el gobierno también adquirió plantas de generación distribuida pese a las advertencias de expertos que apuntaban que estas no sirven para uso continuo.
"Hoy Venezuela es un cementerio de chatarra de ese tipo de máquinas", apunta.
También hubo fallas en los planes de contar con nuevas fuentes de energía hidroeléctrica.
El mejor ejemplo de ello sería la central de Tocoma, cuya construcción se inició hace más de una década y cuyo costo escaló de unos US$3.000 iniciales a unos US$9.365 millones para 2015 según el gobierno, sin que hasta ahora haya aportado ni uno solo de los 2 mil 100 megavatios prometidos.
Cabas indica que también hubo planes de desarrollo eólico en lugares como la península de Paraguaná y en la Guajira venezolana (noroeste), que deberían estar aportando unos 300 megavatios pero no lo hacen.
"Esas son inversiones que se hicieron, se pagaron, se cobraron y no generan nada", apunta.
De vuelta con la generación termoeléctrica, Cabas asegura que otros elementos que la afectan tienen que ver con la caída sufrida por la industria petrolera venezolana, pues la empresa estatal Pdvsa no está produciendo el diésel y el gas que estas plantas requieren para operar.
A todo ello habría que sumar, las limitaciones de personal que tiene la empresa eléctrica nacional Corpoelec pues la crisis que vive Venezuela ha hecho que emigre del país entre 50% y 60% del personal calificado que el país tenía en el sector: unas 17 mil personas, según Cabas.
Esa falta de mano de obra también representaría un desafío para reactivar el sistema eléctrico debido a que, de acuerdo con el experto, la reactivación del sistema interconectado debe irse haciendo de forma manual con equipos expertos que vayan -a lo largo de los más de 2 mil kilómetros de la red- activando las subestaciones una a una.
Un proceso que aún podría demorar varios días.
Hasta entonces será difícil que los venezolanos cuenten con un servicio eléctrico estable.