Una tortuga marina tiene un 22 % de posibilidades de morir si ingiere una pieza de plástico, señala un estudio publicado que cuantifica por primera vez el riesgo mortal de estos animales por la contaminación de este material.
La investigación también indica que hay un 50 por ciento de posibilidades de que una tortuga marina muera cuando tiene unas 14 piezas de plástico en el estómago, según un comunicado de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO).
Pero, "una sola pieza de plástico puede matar a una tortuga", dijo Kathy Townsend, de la Univeridad de Sunshine Coast, quien participó en el estudio en el que se analizaron mil cadáveres de estos animales marinos hallados en las playas de toda Australia.
"Algunas de las tortugas que estudiamos comieron una sola pieza de plástico, lo que fue suficiente para matarlas. En un caso,(observamos que ) el intestino estuvo perforado y en otro, que el plástico suave atascó el intestino", precisó la científica.
Antes de esta investigación no se sabía con certeza si los plásticos en los océanos mataban a las tortugas marinas o si simplemente las ingerían sin que les causara daño.
"Sabíamos que las tortugas comían mucho plástico pero no sabíamos con certeza si los plásticos les causaban la muerte o si la presencia del plástico en su interior coincidía con su muerte", recalcó el investigador principal Chris Wilcox, de CSIRO.
Las tortugas marinas se cuentan entre los primeros animales conocidos que ingieren residuos plásticos, un fenómeno que ocurre en todas las regiones del planeta y en todas las siete especies de tortugas marinas.
A nivel mundial, se calcula que un 52% de las tortugas marinas han comido plástico. "Millones de toneladas de residuos plásticos entran a los océanos de nuestro planeta cada año", subrayó Wilcox al explicar que el modelo desarrollado ayudará a entender el impacto de la ingesta de plásticos en las poblaciones de tortugas marinas o las especies en peligro.
Según la ONU, cada año 8 millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos, que son ingeridos por los animales marinos y ascienden por la cadena alimentaria hasta llegar a nuestros platos.
La organización calcula que, si esta tendencia continúa, es probable que en 2050 haya más plásticos que peces en los océanos, puesto que la contaminación ya está presente en todos los fondos marinos