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Predecir el desenlace de la odisea del Brexit resulta tan complejo como anticipar el clima en Gran Bretaña. “A estas alturas se necesitaría de una bola de cristal”, dijo Laura Tilindyte, experta del Servicio Europeo de Investigación Parlamentaria (EPRS), en un evento celebrado en la Eurocámara para analizar los desafíos en Europa en 2019.
“No sé de nadie que haya identificado todos los escenarios posibles. Hay dos desenlaces claramente determinados [ordenado y duro], pero de allí surgen otros, cada uno con diversas variantes e implicaciones”, continuó a pregunta expresa de este diario.
Aunque a 11 semanas del D-Exit el pronóstico más probable es el divorcio sin acuerdo, dice a EL UNIVERSAL Larissa Brunner, analista del European Policy Centre, laboratorio de ideas especializado en temas comunitarios.
En caso de que la primera ministra Theresa May no haga modificaciones de último momento, hoy la Cámara de los Comunes [diputados] deberá pronunciarse sobre el pacto de salida acordado entre el gobierno británico y la Unión Europea, y la declaración política sobre las futuras relaciones. Si las estadísticas no fallan, a May no le darán las cuentas para aprobar su plan de Brexit, el cual, insiste, cumple con la voluntad manifestada por los británicos en el referéndum al devolverle a Londres el control sobre las leyes, finanzas y fronteras.
De acuerdo con una encuesta realizada por Ipsos a solicitud de académicos del programa UK in a Changing Europe y del Mile End Institute, de la Queen Mary University of London, 70 por ciento de los legisladores británicos piensa que May realizó “un pobre trabajo” durante las negociaciones del Brexit. Entre los miembros de su partido, la evaluación es igual de desfavorable: 47 por ciento de los conservadores piensa que su trabajo fue malo y 37 por ciento, bueno.
“La Cámara de los Comunes está muy dividida. Ante los números, es difícil ver cómo la primera ministra podrá lograrlo”, sostiene Anand Menon, profesor del Kings College London y director de UK in a Changing Europe.
El nivel de impacto del eventual fracaso en los Comunes dependerá de la magnitud de la derrota. Brunner prevé que si el margen negativo es menor a 15 legisladores en contra, lo más probable es que May vuelva a la Cámara una segunda o hasta tercera vez, ofreciendo una serie de cambios cosméticos posiblemente en el rubro del llamado
backstop, el mecanismo previsto para evitar una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
“May estaría esperanzada a que el caos financiero que provocará el voto negativo de los Comunes termine espantando a un número suficiente de legisladores para conseguir su apoyo en una segunda votación, porque les dará una idea de los impactos que se avecinan en el escenario del no”, sostiene la analista.
Si el descalabro en Westminster es de una magnitud superior a los 60 congresistas, emergerán severos cuestionamientos sobre la viabilidad del gobierno, al tiempo que May estará obligada a presentar un plan B.
En este último escenario, la primera ministra probablemente trataría de obtener nuevas concesiones de la Unión Europea para evitar una salida sin acuerdo. Otra opción sería solicitar a sus homólogos europeos un aplazamiento de la fecha de retiro, prevista para el 29 de marzo.
“Si la posible prórroga de la petición de aplicación del Artículo 50 es para dar tiempo a elecciones generales anticipadas o un nuevo referéndum, la UE no podrá rechazarla, pero si es para seguir dando vueltas se preguntarán si tiene sentido”, sostiene Brunner.
En cualquiera de los escenarios, le queda poco tiempo a May. En mayo tendrán lugar las elecciones europeas, y de extender el plazo de salida se estima que organizar un nuevo referéndum llevaría 22 semanas, Gran Bretaña tendrá que participar en los comicios, lo cual complicaría aún más la situación.
“La UE pondrá atención en el margen que resulte de la votación en Westminster, pero al final la pelota está en la cancha del Reino Unido, porque Bruselas no puede ofrecerle ni una sola concesión más. En estos momentos el escenario de una salida sin acuerdo parece el más probable, no se ve cómo los legisladores británicos puedan ponerse de acuerdo sobre alguna de las alternativas. No hay mayoría para un segundo referéndum, convocar elecciones generales o aprobar el plan de May. Tampoco pueden obtener un mejor acuerdo; la opción que queda es la de sin acuerdo”, insistió Brunner.