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Madrid
Las dos grandes corrientes religiosas del Islam (chiítas y sunitas) podrían aparcar sus diferencias en Medio Oriente y establecer un frente común contra Estados Unidos si este país incrementa su beligerancia en la zona y sigue promoviendo atentados contra militares o políticos a los que considera terroristas.
“Algunas universidades árabes del Golfo estiman que el terremoto provocado por la decisión de Donald Trump de eliminar adversarios políticos, como Qassem Soleimani, podría llevar a la unificación de las posturas de chiítas (Irán) y sunitas (Arabia Saudita), generando a largo plazo un frente común antiamericano, algo preocupante tanto para Washing-ton como para Tel Aviv. Los iraníes, poco propensos a cambiar su postura frente a Washington y Riad, apuestan por esa unidad”, señala a EL UNIVERSAL Adrián Mac Liman, consultor y analista político internacional.
En esta misma línea, el líder supremo iraní, el ayatola Alí Jamenei, hizo un llamado a reforzar las relaciones entre los diferentes países de la región como respuesta a la “presencia corrupta” de Estados Unidos y sus aliados en Medio Oriente.
El hostigamiento promovido por Washington proporciona oxígeno suplementario al régimen teocrático de Irán, que ha utilizado el asesinato del general iraní Soleimani, ordenado por Trump, para exacerbar el sentimiento patriótico y llamar a la unidad de sus connacionales contra el enemigo común.
El atentado también ha servido para aplacar momentáneamente en Irán las protestas por la carestía de la vida y la crisis económica agravada por las sanciones impuestas por Estados Unidos, que alcanzaron su punto máximo el pasado noviembre con las manifestaciones por el fuerte incremento del precio de la gasolina, que fueron reprimidas con dureza por la policía iraní, según Amnistía Internacional (AI).
El rechazo generalizado en Medio Oriente a las acciones guerreras de la Unión Americana afianza el ascendiente de Irán sobre los países islamistas con mayoría chiíta, Irak y Siria fundamentalmente, frente a los sunitas de Arabia Saudita que tradicionalmente se han alineado con Washington en la disputa regional, pero el conflicto también repercute en otras latitudes geográficas.
“El creciente antiamericanismo en la región podría beneficiar a Rusia desde el punto de vista político y estratégico. También a China, desde un punto de vista económico. Por lo demás, se confirma el poderío iraní en la zona, algo inquietante no sólo para Israel y EU, sino también para Turquía, potencia regional que pretende desempeñar un papel preponderante en esa región”, agrega Mac Liman.
“El aumento de la conflictividad refuerza asimismo el aislamiento de Israel ante el agresivo avance de los aliados de Irán en la región: Hezbolá [Líbano y Siria] y Hamas [Gaza, Palestina]”, indica el experto luego de advertir que el esfuerzo desmesurado del régimen iraní para llevar a cabo su ofensiva bélica en Medio Oriente está generando un hartazgo a nivel interno.
Por su parte, Eduard Soler, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob), señala que EU e Irán están jugando a mostrar su fortaleza en la región, pero sin que ello ponga en riesgo la reelección de Trump ni la supervivencia del régimen de los ayatolas.
Los analistas descartan en principio una escalada a un conflicto armado mayor, puesto que las acciones de Irán y Estados Unidos han sido hasta ahora calculadas y limitadas, aunque no excluyen que se pueda producir un error grave que lleve a traspasar la línea de no retorno.
En cualquier caso, el enfrentamiento entre los dos países que se profesan desde hace décadas una extraordinaria enemistad, está generando una marea de fondo que en una zona tan precaria y conflictiva como Medio Oriente tendrá consecuencias en el futuro, advierten los expertos luego de subrayar el hecho preocupante de que Irán haya retomado el desarrollo de su programa nuclear tras las sanciones económicas impuestas por Washington.
En este escenario recargado, las consignas de Teherán en busca de la movilización de los iraníes contra la injerencia de Estados Unidos no han podido evitar el rechazo de sectores de la población, sobre todo universitarios, que consideran inaceptables las mentiras del gobierno tras el derribo del Boeing 737 ucraniano que causó 176 muertos.
Las autoridades se desvincularon una y otra vez del siniestro aéreo, aunque finalmente tuvieron que reconocer que el avión comercial fue abatido involuntariamente por el ejército iraní al ser confundido con un misil, lo que provocó la reprobación en las calles de los ciudadanos más inconformes.
Las operaciones unilaterales de Estados Unidos en Medio Oriente dificultan por lo demás un trabajo coordinado de los países integrados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entre ellos Turquía, para frenar la escalada de tensión en la zona luego de que Irán, en represalia por el asesinato de Soleimani, atacara con misiles bases ubicadas en Irak con presencia militar estadounidense.
“Estados Unidos le pide a la OTAN que haga más en un momento en que incluso Reino Unido, su socio más cercano, no fue informado de antemano sobre el ataque a Soleimani. Es una tarea difícil pedir ayuda si operacionalmente vas a mantener a tus aliados en la periferia”, advierte Sir Tom Beckett, exenviado de seguridad de Reino Unido a Irak y director del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos para Medio Oriente.
El 21 de febrero, Irán celebrará elecciones legislativas, las cuales serán un buen termómetro para medir la correlación de fuerzas que existe en ese país entre ortodoxos y reformistas luego del incremento de las hostilidades en la región.