En un hecho inédito, el papa Francisco expulsó de la iglesia al excardenal estadounidense Theodore McCarrick, de 88 años, acusado de abusos sexuales contra al menos un adolescente, informó ayer la Santa Sede en un comunicado.

El Papa declaró definitiva una sentencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que halló culpable a McCarrick de haber “infringido el sexto mandamiento [que prohíbe el adulterio] con menores y adultos, con la agravante del abuso de poder”, según el comunicado.

La expulsión significa que McCarrick, exarzobispo de Washington DC, se convierte en el eclesiástico de mayor rango y el primer cardenal en pasar al estado laico, lo que implica que no puede oficiar misa ni realizar cualquier otro sacramento; tampoco usar vestimentas clericales o cobrar cualquier tipo de sueldo por labor religiosa.

“Ningún obispo, por muy influyente que sea, está por encima de la ley de la Iglesia”, señaló el cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos.

McCarrick fue arzobispo entre 2000 y 2006 y se convirtió en uno de los recaudadores de fondos más influyentes de la Iglesia en Estados Unidos, pero desde el pasado año pesaban sobre él acusaciones de abusos sexuales contra menores y de comportamientos indebidos con jóvenes sacerdotes. El pasado julio, un hombre aseguró al periódico estadounidense The New York Times que el excardenal había abusado de él cuando era menor de edad y que la situación se había prolongado durante dos décadas.

El Papa pidió una investigación y apartó a McCarrick del Colegio Cardenalicio, ordenándole permanecer recluido hasta que se aclararan las acusaciones en su contra.

El castigo se reveló a unos días de que se celebre, entre el 21 y 24 de febrero, una cumbre histórica en el Vaticano que versará sobre la crisis desatada por los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes.

El escándalo de McCarrick golpeó de cerca al Papa, pues aparentemente era un secreto a voces que él se acostaba con seminaristas adultos y Francisco fue acusado de saber desde hace tiempo del comportamiento sexual del religioso, quien incluso fue vocero para los obispos estadounidenses cuando implementaron la política Tolerancia Cero contra sacerdotes que cometían abusos sexuales en 2002.

Ello, sumado a las acusaciones en el reporte del jurado investigador de Pennsylvania, que detallan décadas de abuso y encubrimientos en seis diócesis, indignó a muchos feligreses que habían confiado en líderes eclesiástico para reformar la forma en que lidiaban con el abuso sexual después de 2002.

“Estoy contento porque el Pontífice me creyó”, afirmó uno de los principales acusadores de McCarrick, James Grein. En un comunicado difundido a través de su abogado, Grein también expresó la esperanza de que McCarrick “ya no pueda usar el poder de la Iglesia de Jesús para manipular a las familias y abusar sexualmente de niños”.

Grein declaró ante autoridades eclesiásticas que McCarrick lo toqueteó reiteradamente durante la confesión, entre otros abusos.

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