Madrid

La progresiva escasez de agua dulce podría desencadenar a mediano y largo plazo una serie de catástrofes sociales y ambientales en diversas partes del mundo, advierten expertos. A pesar de que el volumen del líquido se mantiene estable en el planeta, las cantidades de agua limpia son cada vez más reducidas como consecuencia de la intervención humana y los efectos del cambio climático.

La demanda irá en aumento en las próximas décadas, lo que podría disparar los conflictos por el control del agua potable entre algunos países fronterizos. A pesar de la agenda de la ONU para atajar el problema, se estima que para 2030 más de la mitad de la población mundial tendrá problemas para acceder al agua limpia, convirtiendo este recurso en el oro líquido del futuro, lo que podría subir las disputas por su dominio a nivel internacional. Un 10% de las muertes de menores de cinco años se debe a la carencia de agua en el mundo, según organizaciones humanitarias. Más de 800 mil personas fallecen cada año por diarreas al ingerir agua no potable o por falta de higiene y de instalaciones sanitarias adecuadas, resalta Ayuda en Acción.

Ocho de cada 10 personas que no tienen acceso a agua potable viven en zonas rurales, fundamentalmente en África subsahariana y Asia. Por lo general, ellas son las responsables de buscar agua en fuentes que se encuentran lejos de su hogar, en ocasiones a varios kilómetros. La sobreexplotación de ríos y acuíferos es una de las principales causas de la escasez, agravada por el calentamiento global que altera el ciclo de lluvias, desplazando las precipitaciones y alterando su frecuencia.

La agricultura representa 70% del total de las extracciones de agua dulce en el mundo, porcentaje que en los países menos desarrollados supera 90%, según informes de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

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También la contaminación provoca una merma importante del agua utilizable. “La contaminación se puede deber a varios factores, entre ellos la intrusión marina, la actividad agrícola basada en abonos y productos fitosanitarios (plaguicidas) y la actividad minera, que utiliza productos químicos no orgánicos”, señala a EL UNIVERSAL Santiago Martín Barajas, coordinador del área Agua de Ecologistas en Acción. “Debido a la actividad humana muchas aguas quedan inservibles, por lo que de nada sirve que tengamos el mismo volumen de agua a nivel planetario si en buena parte no la podemos usar por falta de calidad o porque está inutilizada”, agrega.

Los países europeos usan de media 130 litros de agua al día por persona, lo que contrasta con las carencias de muchos países en desarrollo que consumen entre dos y cinco litros diarios por persona. La escasez del líquido también está relacionada con la mala salud de ecosistemas como los humedales, que juegan un papel determinante a nivel planetario en la regeneración de agua dulce. Expertos alertan que en el último siglo ha desaparecido 64% de estos espacios naturales. Los humedales no sólo constituyen un refugio para muchas especies, sino que actúan como filtradores naturales de agua, aportando gran parte del agua dulce.

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Manifestantes protestan por la contaminación del agua, en la ciudad iraquí de Basora, en agosto de 2018.

Según la Fundación Aquae, los humedales se extinguen a un ritmo tres veces más rápido que los bosques, víctimas del desarrollo urbano, agrícola e industrial, entre otros. Menos de 3% del agua del planeta es dulce y gran parte está congelada, destaca Mikel de Pablo, responsable de proyectos de Fundación Aquae.

“Si tenemos en cuenta que cada persona necesita, como mínimo, entre 20 y 50 litros de agua al día para sus necesidades básicas, seremos conscientes del enorme valor de los humedales, que proporcionan el agua que necesitamos y ayudan a rellenar los acuíferos subterráneos que constituyen una fuente importante de agua dulce”, agrega.

La falta de acceso al agua dulce también es el origen de numerosos conflictos a nivel mundial, con el cambio climático potenciando la desestabilización en las zonas más afectadas. En las regiones en las que disminuyen las lluvias “el riesgo de que los conflictos menores crezcan para convertirse en guerras a gran escala se duplica al año siguiente”, según un estudio de la Universidad de Columbia. “El que manda en términos fácticos es el que hay aguas arriba del río, lo que muchas veces es un problema para los ribereños que viven más abajo”, indica Martín Barajas.

Foco de colisión en Latinoamérica

En América Latina algunos ríos y acuíferos fronterizos son materia permanente de litigio entre países de la región. Mientras Bolivia y Chile se disputan el río Silala, la extensa reserva de agua dulce de Guaraní constituye un potencial foco de colisión entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En Medio Oriente, el problema del agua es uno de los más importantes para explicar el conflicto entre Israel y Palestina. El Estado judío necesita controlar las fuentes de abastecimiento del río Jordán y los acuíferos de las zonas palestinas de Gaza y Cisjordania, debido a las escasas precipitaciones en la región.

Turquía, Siria e Irak mantienen disputas en torno a las cuencas de los ríos Tigris y Éufrates. La presa turca de Ataturk permite al país producir bastante energía. Esta obra es fuente de conflictos con Siria e Irak por la disminución de caudal que provoca. En África, la cuenca del río Zambeze es motivo de tensión entre Zambia, el Congo, Angola, Namibia y Zimbabue. El más reciente conflicto por el agua en el continente africano involucra a Egipto y Etiopía. Este último país busca paliar su déficit de energía mediante la construcción de una enorme represa que entraría en funcionamiento en 2020 y que mermará el caudal del río Nilo, afectando el suministro de agua dulce de Egipto.

“El escenario a medio y largo plazo es que las catástrofes sociales y ambientales por la falta de agua van a provocar no sólo conflictos entre países, sino desplazamientos masivos de poblaciones, con consecuencias negativas, sobre todo para los más pobres”, dice Barajas. Además de la lucha contra el cambio climático, la gestión eficaz y sostenible del agua, la rehabilitación de los sistemas de agua potable son alternativas que proponen los expertos para evitar que el líquido pase a ser un bien en peligro de extinción.

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