Este viernes en la mañana, desde Roma, monseñor Fernando Ramos de Chile leyó un comunicado en el que se informaba que todos los obispos de Chile presentaban su renuncia al papa Francisco tras días de reunión con el pontífice para tratar los casos de abusos sexuales.

34 obispos, 31 en oficios y 3 en retiro, pusieron su cargo a disposición del papa, un hecho insólito. Sin embargo, dependerá de Francisco aceptar o no su renuncia.

¿Cómo se llegó hasta aquí?

Este jueves terminaron en Roma las reuniones entre el pontífice y los obispos de Chile.

El pontífice encargó en febrero una investigación para aclarar un presunto escándalo: hasta qué punto altos cargos de la jerarquía chilena habían encubierto supuestos abusos sexuales provocados por un sacerdote.

Tras estudiar el informe envió una carta a los obispos: dijo sentir “dolor y vergüenza” y les pidió que vinieran a Roma para estudiar posibles soluciones. Tras tres dias de encuentros los obispos presentaron sus conclusiones este viernes.

El motivo que ha provocado este hecho fue el caso Karadima. En el 2010 hubo una doble investigación contra el sacerdote Fernando Karadima, por presuntos abusos sexuales entre los años 80 y 90.

Una de las investigaciones, la Vaticana, lo declaró culpable y la chilena, en cambio, no pudo juzgarlo por prescripción de los supuestos delitos. Fernando Karadima siempre defendió su inocencia.

Las víctimas denunciaron la complicidad de algunos obispos chilenos a quienes acusaron de defender a Karadima. Su versión no fue creída inicialmente por el papa Francisco, quien en su viaje a Chile en enero defendió públicamente a uno de los obispos acusados de encubrir, Juan Barros.

Barros siempre ha negado saber nada de estos abusos, abusos que él mismo calificó de graves.

No obstente, el papa decidió abrir una investigación y tras conocer su resultado escribió una carta a la Conferencia Episcopal de Chile: dijo que el informe le hizo sentir “dolor y vergüenza”, reconoció haberse equivocado y convocó a los obispos a Roma. En la primera reunión les entregó un texto que marcaría el tono de los encuentros.

Los obispos han reconocido que abusaron de su autoridad en Chile y dijeron que si es necesario pedirán perdón por sus faltas setenta veces siete. Lo que piden las víctimas son dimisiones pero esa decisión ahora está en manos del papa.

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