Con un renovado acoso de Estados Unidos y una población curtida hace más de 60 años en los presagios apocalípticos, Cuba cumplirá hoy el primer aniversario del ascenso a la presidencia de Miguel Díaz-Canel en reemplazo del general Raúl Castro, pero asediada por una alerta oficial por efecto de la crisis en Venezuela: se avecina “la peor variante”, por el riesgo de regresar a las graves condiciones socioeconómicas sufridas en la última década del siglo XX.

Para millones de cubanos es imborrable el recuerdo de una época que la revolución cubana bautizó como “periodo especial”, por el sacrificio generalizado ante las severas carencias en Cuba provocadas por el colapso, de 1989 a 1991, del campo socialista de Europa del Este, comandado por la Unión Soviética y su benefactor clave por 30 años.

“Tenemos que estar preparados para la peor variante”, alertó Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), en un acto parlamentario el pasado 10 de abril en La Habana. Al mencionar el embargo económico que Estados Unidos impuso a Cuba en 1962 y a otras amenazas, advirtió que “la situación podría agravarse en los próximos meses”, pero aclaró que, a diferencia del decenio de 1990, “hoy es otro el panorama” por la “diversificación” de la economía.

Como líder del PCC, único legal en Cuba, el general se reafirmó en 12 meses como máximo poder por su rango partidario sobre el puesto de presidente de los consejos de Estado y de Ministros que Díaz-Canel asumió hace un año, en una controversial sucesión tras la muerte de Fidel Castro, jefe histórico de la revolución, en 2016.

El primer año de Díaz-Canel se conmemorará menos de 48 horas después de que EU, empeñado en hostigar a la isla como mentor político de Venezuela, decretó más sanciones económicas a La Habana, tras un deshielo bilateral de 2014 a 2017 que rompió con casi 55 años de choques y llevó a reanudar lazos diplomáticos en 2015.

“El viejo anhelo de derrocar a la revolución cubana por medio de la asfixia económica y la penuria fracasó en el pasado y volverá a fracasar”, proclamó el general.

Con el final de la guerra fría por el derrumbe en 1989 del Muro de Berlín, que desapareció al bloque comunista, Cuba perdió 35% de su Producto Interno Bruto de 1990 a 1993.

La debacle arriesgó la sobrevivencia de la revolución instalada en 1959 y proclamada socialista en 1961, que dejó de recibir millonarios recursos por el trueque de azúcar cubana por petróleo de los soviéticos, con precio subsidiado por Moscú y entre otros auxilios económicos, políticos y militares.

Venezuela surgió en 1999 como salvavidas, en el fragor del “periodo especial”, pero la crisis venezolana que se aceleró en 2014 ya repercutió en Cuba, principal socio de Caracas.

Datos oficiales confirmaron que el suministro de crudo venezolano a Cuba, que fluctuó de 90 mil a 115 mil barriles diarios en algunas fases del siglo XXI, descendió por la parálisis de la industria petrolera de Venezuela a entre 53 mil y 65 mil desde mediados de esta década, con presagios de que seguirá bajando como fenómeno que azotará a toda la economía.

Por eso, la economista, disidente anticomunista y exprisionera política cubana Martha Beatriz Roque alegó que “el peor problema [en Cuba] está vinculado a la agresividad del pueblo”.

En un artículo que escribió desde la isla para Cubanet, diario digital cubano de EU, culpó de la agresividad a la falta de alimentos y medicinas y a los líos del transporte y pronosticó: “Es una situación social que tiende a agudizarse”.

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