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Jeanine Áñez, que fue senadora opositora al Gobierno de Evo Morales, cumple este martes una semana como presidenta interina de Bolivia, un país que aún no alcanza la pacificación para poder llamar a nuevas elecciones generales.
Desde que asumió la Presidencia, Áñez ha recalcado que el suyo es un Gobierno de transición con dos objetivos: la pacificación de un país convulso desde las fallidas elecciones del pasado 20 de octubre y la convocatoria lo antes posible a unos nuevos comicios "transparentes".
El avance hacia estos objetivos no depende sólo del Gobierno transitorio, sino en buena parte del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, que controla el Legislativo y cuyos seguidores mantienen bloqueos de carreteras y movilizaciones callejeras en varias regiones bolivianas en contra de Áñez.
La sucesión en Bolivia
Áñez asumió el martes 12 de noviembre la Presidencia interina de Bolivia, después de que como senadora activó el mecanismo sucesorio que dejó roto el entonces oficialismo, puesto que con Morales renunciaron todos los que constitucionalmente estaban habilitados para reemplazarlo.
La presidenta interina pertenece al partido Unidad Demócrata, que tiene solo 9 de 36 senadores, en un Parlamento con mayoría del partido de Evo Morales.
El mismo martes, el Tribunal Constitucional explicó que aunque Áñez no tuviera el quórum necesario en el Parlamento, está respaldada por una interpretación del texto constitucional para casos de vacío de poder.
Los Gobiernos que califican la renuncia de Evo Morales como un "golpe de Estado", tras ser forzado a dejar el poder por las Fuerzas Armadas y a asilarse en México, no reconocen la presidencia interina de Áñez, frente a otros que sí la aceptan y otra parte de la comunidad internacional que ha instado al diálogo sin pronunciarse sobre la crisis política.
Jeanine Áñez asumió el martes 12 de noviembre la Presidencia interina de Bolivia (Reuters)
Las primeras medidas de Áñez
Lo primero que hizo Áñez tras asumir la Presidencia interina fue tomar juramento a un nuevo alto mando militar, para luego empezar a configurar el equipo de ministros que le acompañarán en la transición, incluidos varios senadores de Unidad Demócrata.
También cambió a la cúpula de una Policía a la que Morales ha acusado de ser parte del "golpe" que, junto a organizaciones cívicas y políticas, lo obligaron a renunciar.
Las primeras medidas del gabinete interino se dieron en el ámbito internacional, con anuncios como la ruptura de relaciones con el Gobierno de Nicolás Maduro, al denunciar que venezolanos vinculados con su embajada en La Paz estaban "atentando contra la seguridad interna" en Bolivia.
También se confirmó la salida del país de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y se anunció el retiro de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Sombras y polémicas del gobierno de Áñez
La mayor sombra sobre el Gobierno de Áñez son los nueve muertos registrados el pasado viernes en la que fue la jornada más dura desde que estalló la crisis en Bolivia, en una refriega entre cocaleros afines a Evo Morales y las fuerzas del orden.
Las protestas no cesaron en Bolivia tras la renuncia de Evo Morales (AFP)
Tras estos disturbios, se conoció un decreto aprobado por el Ejecutivo provisional que exime de responsabilidad penal a policías y militares si actúan de forma proporcional y en legítima defensa.
Además de este decreto, ha causado polémica la advertencia de la ministra interina de Comunicación, Roxana Lizárraga, de procesar a "pseudoperiodistas" que alienten la sedición en el país.
Sin aludir directamente a este caso, el analista político Gonzalo Mendieta dijo a Efe que el Gobierno interino "podría haberse ahorrado algunas declaraciones", que "en una situación tan volátil" como la actual pueden perjudicar más de lo que ayudan.
Mendieta consideró que mientras en carteras como la de Economía "se han dado señales rápidas y tranquilizadoras, no ha sido el caso en otras de exposición política más grande".
Diálogo necesario
Las tres primeras semanas de protestas tras las elecciones fueron en contra de un fraude denunciado por la oposición para favorecer la reelección de Evo Morales, pero hoy son sus seguidores quienes están en las calles en contra de Áñez.
La Iglesia católica, la Unión Europea y el enviado de Naciones Unidas, Jean Arnault, convocaron este lunes a partidos políticos y representantes de la sociedad a iniciar un diálogo, sin que hayan trascendido los resultados de esa primera jornada.
El MAS no ha dado señales claras sobre los pasos políticos y jurídicos que dará, con un Evo Morales asilado en México desde la semana pasada, muy activo en las redes sociales y concediendo entrevistas a medios internacionales.
Mendieta expresó su confianza en que los sectores enfrentados "tengan suficientes incentivos como para llegar a un acuerdo" en estas negociaciones.
"La salida a esta crisis tiene que ver con un Tribunal Electoral confiable, esto quiere decir respetado por todas las fuerzas y diseñado en acuerdo por todas ellas", manifestó el analista.
Para Mendieta, Morales "conserva una fuerza sustantiva en la sociedad boliviana y debería ponerla a prueba en una nueva elección", en la que deberá ganarse a los sectores urbanos "que ha ido perdiendo en los últimos años y que de alguna manera han significado su caída".