“Dicen que si uno va a dar al doctor, al hospital, quesque los agentes [de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos] no van a ir por uno si los doctores saben que no tienes seguro. La verdad no sé si creerles”, dice a EL UNIVERSAL Pablo, indocumentado de origen mexicano nacido en Ciudad Mante, Tamaulipas.

“Ya no sé a qué tenerle mas miedo, si a ese virus [coronavirus] o a las autoridades que pueden arrestarme”, señala ansioso.

Pablo, quien pidió no dar su nombre, llegó a Homestead, en el sur de Florida, hace dos años; antes había estado cuatro años en Laredo, Texas. “Crucé a pata y me puse a darle duro en todo lo que cayera; sólo estudié hasta primero de prepa, pero me gusta trabajar”, comenta con orgullo.

“Dejé Laredo por una morrita que andaba cortejando y que tiene familia aquí [en Homestead] y me gusta, esta ciudad tiene mucho de México”, añade este hombre de 31 años, quien se dedica a la construcción, coloca y arregla ventanas y ventanales.

De acuerdo con una ordenanza del presidente Donald Trump, nadie puede ser perseguido o detenido en un área hospitalaria, mientras esté vigente la declaración de emergencia nacional dada por la crisis desatada por el Covid-19. A menos que se trate de un delincuente buscado por las autoridades de la Unión Americana.
“Eso dicen, pero ves que nada más nos andan cazando. He pensado si no sería mejor regresar ahorita a México y ya luego me regreso [a Estados Unidos]”, reflexiona.

“Me gusta mucho aquí [Homestead], casi nadie nos molesta y se trabaja a gusto, pero no sé qué voy a hacer, aún no lo sé. Estoy pensando mucho si me regreso a México o aguanto hasta que todo pase; tengo dos amigos mexicanos también que se sienten igual; si tomo la decisión nos iríamos los tres juntos de regreso”, declara.

Desde febrero, los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) han estado haciendo redadas en el marco de un operativo nacional, con la instrucción de detener sólo a extranjeros con antecedentes criminales y con orden de deportación.

“Lo cierto es que durante sus redadas, los oficiales detienen a todo tipo de personas y ha resultado que en todos los casos, el mayor porcentaje es de gente sin antecedentes y trabajadora... tienen faltas menores contra la ley y muy pocos son los verdaderos delincuentes que dicen estar buscando”, señala molesto Jorge Mario Cabrera, vocero y director de Comunicación de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA, por sus siglas en inglés).

“No es algo nuevo ni exclusivo de esta administración [del presidente Trump]; también sucedía con [Barack] Obama y [George W.] Bush y los anteriores, pero no se trata de quedarnos callados, tenemos que seguir denunciándolo hasta que paren esas detenciones injustas e injustificadas porque ahora están peor que nunca”.

Varias organizaciones proinmigrantes han hecho un llamado a la administración de Trump para que los migrantes en los centros de detención que no tienen antecedentes con la ley, sean liberados.

“Basta que un agente o algún detenido traiga el virus para contagiar a todos”, señala Cabrera.

“Es inhumano pensar que podrían infectarse sin mayor razón que por no dejarlos salir y que sigan sus procesos libres, como miles más [de indocumentados] lo están haciendo”.

En la actualidad hay más de 200 centros de detención para inmigrantes en toda la Unión Americana, según la organización Freedom For Immigrants, que también está respaldando la petición de que sean liberados quienes no cuentan con antecedentes.

Se calcula que los inmigrantes en centros de detención son alrededor de 50 mil personas entre hombres, mujeres y menores. Algunos llevan ahí meses, otros salen a las semanas o a los días, pero son reemplazados por recién llegados; de ahí el temor de que alguno traiga el coronavirus e infecte a toda esa población, incluidos guardias y personal administrativo.

“Así sería, sin duda, porque además de todo los recursos médicos de esos centros [de detención] son pésimos, vergonzosos, por decir lo menos”, señala Cabrera.

Carlos, quien pidió el anonimato a EL UNIVERSAL, originario de Hermosillo, Sonora, conoce los riesgos de ser detenido y encerrado. “No quiero ni pensar que me detengan y me encierren en uno de esos lugares”, dice preocupado. “Ahí sí no hay salida, llega uno solo con ese virus y ya valimos madre todos. Yo creo que me voy a regresar [a México]. Si después quiero regresar me sé el caminito y a quién puedo contratar; tengo algo ahorrado, así que ya veré cómo me va”.

Carlos tiene 30 años, es campesino y llegó a Homestead hace apenas un año. “Mi mujer y mis dos hijos están allá todavía [en Hermosillo], aún no he podido traerlos y ahora con esto, se pone más difícil la cosa”, asegura. Varias personas dicen estar pensando en regresar a sus lugares de origen si el coronavirus se sigue expandiendo tan rápido.

“No se trata de si me va a dar a mí o no”, explica Carlos; “se trata de nuestros seres queridos que dejamos en nuestros pueblos, no queremos que les pase nada, queremos ver que están bien”. Aseguran que siempre hay tiempo para volver al sueño americano.

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