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Los Ángeles
No se trata sólo del drama que representa separar a un menor de sus padres o de uno de ellos; la cuestión, en el tema de los menores migrantes indocumentados separados de sus padres al llegar a Estados Unidos, es el trato que se les está dando, como si fueran “terroristas”.
La comparación no es exagerada: los talibán detenidos que desde 2002 empezaron a llegar a la prisión de EU en la bahía de Guantánamo, en Cuba, eran encerrados en jaulas similares a las que hoy a se usan para encerrar a los menores migrantes.
Entre llantos y evidente miedo, miles de menores de edad de diversas nacionalidades latinoamericanas, caribeñas y algunos asiáticos han sido separados de sus padres al ser detectados cruzando la frontera entre México y EU sin papeles; la comunidad internacional ha calificado la respuesta de Washington de inhumana y la propia sociedad estadounidense en su mayoría la ha rechazado. Cruzar la frontera sin documentos es una acción que por ley, en EU, está calificada como una falta administrativa y no como un delito penal.
Pero la gravedad de la separación de familias, enmarcado en la política de “Tolerancia Cero” que el presidente Donald Trump ha promovido y exigido aplicar a sus funcionarios de Seguridad Nacional y de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), supera cualquier otra política que recuerde la mayoría en EU; particularmente las pruebas de que los menores están siendo encerrados en jaulas prefabricadas para tal efecto, al menos en McAllen, Texas. Se trata de un bodegón de 23.5 kilómetros cuadrados donde construyeron las jaulas para albergar a menores, incluyendo bebés en pañales.
En 2001, después de los atentados terroristas en Estados Unidos contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono, en Washington, el gobierno estadounidense declaró la guerra al terrorismo internacional, representado en ese momento por la red terrorista Al-Qaeda, comandada por Osama bin Laden. Las tropas estadounidenses se alistaron de inmediato y entraron al corazón de lo que en ese momento era el enemigo más grande de Occidente, Afganistán.
Para enero de 2002 comenzaron a llegar a bahía de Guantánamo en Cuba, los primeros talibán. No existía en ese momento la infraestructura carcelaria para encerrarlos, pero ya estaba en marcha. Así que el gobierno de EU construyó una serie de jaulas intercomunicadas, para encerrar a sus nuevos enemigos; el “Camp X-ray”, dotado de piso de concreto y las típicas alambradas usadas en granjas para las jaulas donde se encerraba a gallinas, cerdos y otros tipos de animales.
El mismo tipo de jaulas se están usando actualmente para encerrar a los menores migrantes.
Una medida ineficaz
“Esta práctica de separar familias con la intención de desmotivar a quienes lo intenten, está muy lejos de surtir efecto, sencillamente porque ni los políticos estadounidenses ni la sociedad anglosajona conoce la idiosincrasia del latinoamericano y tampoco los peligros reales de muerte que viven en sus lugares de origen” comentó Angélica Salas, directora general de la Coalición de Derechos Humanos para los Inmigrantes (CHIRLA).
Lo mismo que ocurrió con los talibán, que nunca fueron considerados “prisioneros de guerra” debido a que no existía una declaración de guerra contra algún país en particular, ni representaban o representan ninguna bandera o territorio, y quienes eran considerados “detenidos”, sucede hoy con los menores migrantes, quienes por ley, deberían estar bajo la custodia de la Secretaria de Salud estadounidense y no permanecer más de 72 horas en situación de detenidos.
Guantánamo es una bahía que desde la independencia cubana sobre España a principios del siglo 20, quedó de manera vitalicia bajo administración del gobierno de EU en 1903, como parte del acuerdo que ayudó a los cubanos a ganar esa guerra.
Sin embargo, el territorio como tal, es cubano; Guantánamo no es parte de la Unión Americana, sólo está bajo su administración autónoma de por vida. De ahí que los terroristas detenidos, no prisioneros de guerra, quedaran en un “limbo” legal mientras se les interrogaba y se decidía que hacer con ellos.
En este sentido, la única ventaja de los menores migrantes es que sí están en territorio estadounidense y tarde o temprano la ley alcanzará a la Casa Blanca y sus funcionarios para hacer respetar la ley, dicen expertos. “Lo que están haciendo es inconstitucional” asegura Alex Gálvez, abogado de inmigración; “Donald Trump lo sabe y eventualmente tendrá que dejar de separar familias; pero para entonces, ya habrá demostrado a su base de votantes que por lo menos lo intentó” dice el especialista, quien asegura que esto ya tiene que ver con su campaña de reelección para el 2020.
Las últimas declaraciones del presidente Trump no dejan dudas sobre su intención suprema de ir con todo contra los menores y sus padres.
“Estados Unidos no será campamento de migrantes y tampoco será centro de detención de refugiados”, dijo apenas el lunes, mientras visitaba el Comité Nacional Espacial.
Mientras tanto la Secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, hizo eco de las declaraciones de su jefe y subrayó en conferencia de prensa que “no nos daremos el lujo de pensar que todas las personas que vienen a este país como una familia son, de hecho, una familia. Tenemos que hacer nuestro trabajo y no pediremos disculpas por hacerlo”.