Investigadores internacionales pudieron entrar finalmente ayer en la ciudad siria de Duma y tomar muestras, dos semanas después de un presunto ataque químico que motivó una ofensiva militar de Occidente contra el régimen sirio.

 

El presunto ataque con gas tóxico el 7 de abril, que dejó al menos 40 muertos en Duma según los socorristas, provocó tensos enfrentamientos diplomáticos entre las grandes potencias, con Washington y Moscú a la cabeza. El régimen sirio, que llevaba a cabo una mortífera campaña militar para recuperar esta ciudad de manos de los rebeldes, pero niega haber recurrido a las armas químicas, había solicitado una investigación de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

Pero desde su llegada a Damasco, el 14 de abril, los expertos de esta organización no habían podido trasladarse a Duma, ex bastión rebelde a las puertas de la capital.

Rusia, aliado indefectible del régimen de Bashar al-Assad, aludió a motivos de seguridad. Por su parte, los occidentales acusaron a Moscú y a Damasco de obstaculizar las investigaciones para hacer desaparecer las pruebas, lo que el Kremlin rechazó de manera tajante.

La OPAQ anunció ayer que sus investigadores pudieron “tomar muestras” en Duma. La organización tiene el mandato de determinar si se recurrió a las armas químicas, pero no el de identificar a los autores. Las muestras se analizarán en laboratorios especializados y los resultados podrían estar disponibles en dos semanas, según los expertos.

El ataque con “gas tóxico” en Duma, atribuido a las fuerzas gubernamentales sirias por parte de los occidentales, llevó a Estados Unidos, Francia y Reino Unido a realizar bombardeos coordinados la semana pasada contra instalaciones del poder sirio.

En tanto, rebeldes sirios comenzaron a retirarse de Qalamoun, un enclave al noreste de Damasco, con dirección al norte de Siria, informó la televisión estatal, tras un acuerdo de rendición que supone otra victoria para el presidente Al-Assad.

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