Los tailandeses votaron este domingo en las primeras elecciones legislativas desde el golpe de Estado de 2014, una test para los generales que esperan conservar el poder pero podrían perderlo en caso de fuerte movilización electoral.
Desde hace años Tailandia está profundamente dividida entre facciones favorables a la influyente familia Shinawatra (llamados los "rojos") y una élite conservadora alineada con el ejército (los "amarillos"), que se considera el único garante de la estabilidad y la protección de la monarquía.
Más de siete millones de nuevos electores, de entre 18 y 25 años, estaban inscritos para votar y había nuevas listas, como la de Future Forward, del multimillonario Thanathorn Juangroongruangkit.
En total 51 millones de tailandeses estaban llamados a las urnas. Los resultados preliminares se conocerán este domingo por la noche y la mayoría de representantes políticos estaban en sus cuarteles generales a la espera de los resultados.
"Vamos a seguir el anuncio de los resultados y cuando haya una tendencia hablaremos", dijo Abhisit Vejjajiva, el jefe del Partido Demócrata (conservador), que no apoya a la junta militar en el poder.
El sábado por la noche el rey de Tailandia, Rama X (Maha Vajiralongkorn), que casi nunca habla en público, pidió "apoyar a las personas correctas" para "evitar sembrar el caos".
Se trata de las mismas palabras que su padre Bhumibol Adulyadej, adorado por los tailandeses y fallecido en 2016, usó en 1969.
El mensaje Rama X, cuya influencia es enorme en el país, fue difundido varias veces en televisión antes de la apertura de los centros electorales.
Por su parte el comandante en jefe de las fuerzas armadas, el general Apirat Kongsompong, calificó la declaración real de "positiva".
Este domingo los votantes acudieron en masa a los templos, escuelas o administraciones habilitadas para votar.
"Desde hace cinco años no hemos tenido la posibilidad de decidir por nosotros mismos (...) Este momento es muy importante para nuestro país", dijo Wasa Anupant, un médico de 28 años.
"Quiero que Tailandia sea más democrática, que se atenúen las desigualdades sociales", dijo Pattrapong Waschiyapong, empleado de una compañía de seguros.
Las elecciones enfrentan a los que apoyan al ejército en el poder y a los que reclaman más democracia.
Las nuevas reglas electorales limitan la posibilidad de que un solo partido tenga una amplia mayoría en el parlamento, por lo que los observadores temen un posible bloqueo.
Al mismo tiempo la esperada fuerte participación debería reforzar la presencia de partidos de oposición prodemocráticos.
Sin embargo los generales harán todo lo posible para conservar el poder.
Prayut Chan-O-Cha, el jefe de junta, dispone de la constitución, aprobada en 2016, que da a los militares el poder de nombrar a los 250 miembros del Senado.
Por eso basta con que el Phalang Pracharat, el partido pro-junta, obtenga 126 escaños de los 500 que tiene la cámara de representantes para conservar el control del país.
Los otros movimientos políticos, empezando por el partido de oposición Pheu Thai, tendrían que ganar 376 escaños para poder gobernar.
"Todos los que quieren democracia tienen que ira a las urnas para que [el voto] se transparente y para ayudar al desarrollo del país", dijo Prayut Chan-O-Cha tras votar.
El partido Pheu Thai, cercano a los "camisas rojas", necesitaría un gran apoyo en las zonas rurales y pobres del norte y el noreste del país.
Los partidos pro-rojos ganaron todas las elecciones desde 2011 pero ahora no disponen de dos de sus figuras emblemáticas: Thaksin Shinawatra, derrocado en 2006 y en el exilio, y su hermana Yingluck, apartada en 2014.
También fue un duro golpe para el clan Shinawatra la disolución en febrero por parte de la Corte Constitucional del partido Thai Raksat Chart, cercano a ellos.
Sus líderes fueron condenados a estar diez años apartados de la vida política tras ser declarados culpables de actos "hostiles hacia la monarquía" cuando propusieron a la hermana del rey, la princesa Ubolratana, como candidata a primera ministra.